La intención de instalar un basurero de desechos tóxicos en el municipio de Santo Domingo, en San Luis Potosí, está levantando polémica en los medios, ¿el motivo? este proyecto estaría ubicado sobre un territorio sagrado del pueblo indígena Wixárika.
El basurero sería administrado por el Centro de Ingeniería y Tecnología Sustentable Palula SA de CV (CITSU), compañía del empresario minero José Cerrillo Chowell, quien también es accionista de casas de cambio y fue dirigente de la Cámara de Mineros Mexicanos.
Ubicado en el centro del país, el municipio de Santo Domingo es una región desértica que forma parte de la región de Wirikuta, territorio sagrado de los Wixárika, y que constantemente se ve amenazado por la irrupción de proyectos mineros que afectan al ecosistema (estamos hablando de un área natural protegida) y la vida de las comunidades indigenas.
Ante esta amenaza a finales del 2015 se formó el Comité en Defensa de la Vida de Santo Domingo, con el que se busca frenar la construcción de este basurero, pues dicen, este proyecto está llenó de irregularidades.
“Hubo falsificación de firmas para que se pudiera cambiar el uso de suelo y se le pudieran otorgar a la empresa los permisos de construcción. Además, nunca se consultó a la población sobre si queríamos este basurero, no hubo una consulta pública”
… comentó Edgar Coronado, activista ambiental y miembro del Comité en Defensa de la Vida de Santo Domingo, quien añadió que la mayoría de los habitantes de la región se dedican a la ganadería y agricultura.
“La empresa dice que nos va a dar empleos y que el proyecto va a generar la construcción de hospitales y carreteras, pero nuestra casa no es basurero de nadie, no vamos a permitir que tiren desechos en ella”.
El basurero estaría en un rancho privado de Cerrillo Chowell y tendría capacidad para almacenar 185,000 toneladas de residuos industriales (como el mercurio, cianuro y el cadmio) surgidos por la actividad minera y que podrían provocar enfermedades como cáncer, afectar a la flora y fauna, así como al tejido social.
Entre otras cosas, el área de Wirikuta es famosa por el consumo ceremonial que los indigenas hacen de las plantas alucinógenas. Habrá que estar muy al pendiente para ver en qué termina todo este asunto.