Como buen argentino, Carlos Alberto Etcheverry desde niño tuvo en mente convertirse en futbolista profesional. Lo consiguió. El olfato goleador siempre lo acompañó y fue así que a los 19 años llegó a Boca Juniors, su equipo de debut.

Sus grandes características dentro del área que lo hacían único, su tacto para siempre estar en el momento adecuado para marcar un gol, hicieron que otros clubes albicelestes como Chacarita, se fijaran en él antes de que en México lo descubrieran y lo trajeran para convertirse en un verdadero ídolo.

A finales de la década de los 50 llegó al club León, institución en la cual tuvo una incursión bastante respetable y marcar 7 goles en su primer temporada, sobresaliendo como el segundo mejor anotador con 16 goles para 59-60 y 10 goles para 60-61.

De ahí pasó a Irapuato (1961), club que lo catapultó a Pumas, club con el que sobresalió y se convirtió en un verdadero histórico. Apenas con unos meses como felino, el bonaerense logró ser el primer campeón goleador de la UNAM con 20 dianas, emulando a Carlos Lara, Roberto Abellay y Rolando, argentinos que ya habían logrado dicha distinción.

Pasaron 11 años para que otro extranjero se adueñara del título de goleo. Cabinho fue quien lo conquistó en la 1975-76. Hasta la fecha, estos dos jugadores son los únicos no nacidos en México, que se alzaron como máximos romperredes en los torneos largos; Bruno Marioni lo conquistó con el formato actual (Clausura 2004).

Con 81 años de edad y algunos problemas de salud, como un inconveniente de diabetes que terminó en la amputación de una pierna, el exfutbolista, quien también fuera técnico del Monterrey en algún momento, falleció ayer por la noche siendo Tito, su hijo, quien diera la noticia a través de Twitter.

Descanse en paz, señor Carlos Alberto Etcheverry.

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