Han pasado 25 años desde que se produjo el peor derrame de petróleo en Alaska; una tragedia ecológica de la que aun no se reponen y que es más grave si consideremos que la forma de subsistencia de esa región es la pesca. Los bajos estándares ecológicos en control de petróleo en nuestro país nos hacen suponer una cosa: corremos el peligro de que en México ocurra un desastre similar.
El 24 de marzo de 1989 se produjo un derrame masivo de petróleo del buque Exxon Valdez en el golfo Prince William Sound en Alaska. El incidente ocurrió después de que el buque se atoró en el arrecife Bligh. Se dispersaron aproximadamente 41 millones de litros de crudo (257, 000 barriles ) hasta expandirse por más de 2 mil kilómetros de costa.
En la zona del golfo Prince William Sound, donde se produjo el desastre, la mayoría de los pobladores son de origen atabascano, específicamente hablantes de eyak. El pueblo atabascano ha dependido, tradicionalmente, de los ríos para su subsistencia.
Alaska todavía no se recupera, el petróleo derramado por el Exxon Valdez es “casi tan tóxico” como en 1989, después del desastre. Algunas poblaciones de orcas se redujeron hasta en un 40%, por poner un ejemplo que ilustre el impacto. El Exxon Valdez tenía capacidad para transportar hasta 200 mil toneladas de combustible, por lo que fuentes no oficiales señalan que la cantidad liberada fue hasta cuatro veces mayor que la que han dado a conocer las autoridades estadounidenses.
Este desastre mató a cientos de miles de aves y afectó a todo tipo de vida marina, incluyendo ballenas y nutrias.
“No había pescado, ni pájaros atrapando peces, así que todo el mundo lo llamaba la zona muerta. “
El portavoz de Exxon Mobil Richard Keil dijo que la compañía lamentaba el incidente:
“Sin duda, fue un evento trágico pero es algo que hemos aprendido, y vivimos de esas lecciones cada día”.
Miles de trabajadores y voluntarios ayudaron a limpiar después del derrame de petróleo. Exxon Mobil Corp. gastó un total de $ 4.3 mil millones en costos de limpieza, sanciones legales, asentamientos y multas; además empleó a 10 mil personas para tratar de limpiar su petróleo de las costas en los alrededores.
Hoy, 22 de las 24 especies afectadas siguen sin recuperarse y miles de galones de petróleo todavía están presentes en las playas de la zona. Las nutrias se recuperaron y también el salmón, pero muchos pájaros, el arenque, los mamíferos marinos y otras criaturas no lo hicieron.
¿Qué aprendimos este desastre?
Las imágenes más recurrentes son pájaros cubiertos de petróleo. Sin embargo, la mayor parte del ecosistema del golfo no se ve porque habita en las profundidades del mar. Tampoco se habla del daño que les causa internamente: el petróleo obstruye las branquias de los peces y les dificulta o impide la respiración; en las tortugas, el contacto, la inhalación y la ingestión de los hidrocarburos produce quemaduras en los sistemas digestivo, respiratorio y reproductor. El petróleo deforma a las crías de todos ellos y el plancton, del cual se alimentan, se vuelve tóxico y las mata. El pronóstico es muy grave.
Si nos preocupa una zona costera no debemos exponerlo a los peligrosos riesgos de la explotación de petróleo. Incluso con las mejores garantías posibles, sin duda ocurren derrames. Y cuando lo hacen, no pueden ser limpiados, provocan una lesión ecológica permanente, las comunidades humanas pueden ser devastadas, y la restauración es imposible. El petróleo disminuirá las tasas de reproducción y aumentará las de enfermedades y mortalidad en todos los organismos.
Con la Reforma Energética aprobada en enero, el gobierno tiene planes de exploración y explotación en aguas profundas aun cuando desastres como el de Exxon o el de British Petroleum, han demostrado lo ineficaz que resulta intentar contener un derrame de este tipo y la reparación del daño ambiental. Pemex tiene un acuerdo de colaboración con Exxon Mobil en materia de investigación, desarrollo científico, tecnológico y de recursos humanos en la exploración, perforación, producción, transporte y almacenamiento de hidrocarburos.
¿Cómo actuar?
Uno de los mecanismos para frenar este problema es la organización y movilización. Como ejemplo, tenemos el caso de los indígenas Cofanes, Secoyas y Kichwas de Orellana y Sucumbíos de Ecuador, quienes presentaron una demanda contra la petrolera Texaco en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, acusándola de haber contaminado el ambiente y afectado a la salud de la gente debido al uso de tecnología barata y obsoleta durante la explotación petrolera en la Amazonía ecuatoriana (1964 hasta 1990).
Dentro del proceso judicial, los demandantes se preocuparon por probar todas las acusaciones contra la petrolera. En el expediente, se acumularon más de 230 mil páginas de información, 40 testimonios de personas afectadas por Texaco, 106 informes periciales, 80 mil resultados químicos. El juez inspeccionó y verificó directamente los daños causados en 54 sitios operados por la petrolera.
El 14 de febrero de 2011, la Corte Provincial de Sucumbíos, emitió la primera sentencia en contra de Chevron Texaco. El veredicto fue en favor de los demandantes y se sentenció a la petrolera al pago de 19 mil millones de dólares, monto que servirá para la recuperación y fortalecimiento de los pueblos ancestrales, limpieza de vías donde se arrojó crudos y la implementación de un plan económico para los campesinos que tienen tierras afectadas por la contaminación.
Es URGENTE pasar a otras fuentes de energía más limpias que los combustibles fósiles y prevenir que nuestras costas mexicanas sean zonas muertas.