Este lunes, el Ayuntamiento de Los Ángeles aprobó un aumento al salario mínimo en la ciudad que pasará de 9 a 15 dólares por hora en el 2020, plazo fijado para que las empresas hagan todas las modificaciones necesarias para cumplir con la nueva medida (aquellas que cuenten con menos de 25 empleados contarán con un año más para ajustarse).
Los Ángeles es la segunda ciudad con más descendientes de mexicanos en el mundo y, proporcionalmente, se han convertido en la que mejores condiciones mínimas tienen nuestros paisanos, por encima de cualquier otra en nuestro propio país, aún considerando la falta de seguridad social.
¿SUBIR EL SALARIO? PUNTOS A FAVOR Y EN CONTRA
El intenso debate en la segunda ciudad más grande de la Unión Americana fue similar al vivido hace poco menos de un año en Seattle, cuando el salario mínimo fue elevado también a 15 dólares la hora y es el mismo que atraviesan diversos estados en el mundo, donde los trabajadores han exigido una mejora aterrizada en la ley.
Por un lado, los detractores de la medida argumentan que un aumento radical conlleva un enorme riesgo para los empleados de menores ingresos, ya que las empresas se verán obligadas a despedir a varios de ellos para poder pagar lo justo al resto. Por otro lado, aquellos que argumentan a favor aseguran que un incremento en el salario mínimo pondría más dinero en manos de los trabajadores, lo que implicaría más compras, mayor crecimiento para las empresas y, por tanto, más contrataciones.
¿Quién tiene razón? Todo depende de cuánto se aumente y en qué contexto. Por supuesto, sería impensable establecer como salario mínimo en México algo así como mil pesos diarios, sin embargo, dejarlo en, por ejemplo, 10 pesos al día sería tanto como ignorar la razón por la que, en primer lugar, existe un monto mínimo a pagar para cualquier trabajador: el garantizar que cada ciudadano empleado pueda obtener lo mínimo necesario para la subsistencia.
Recientemente, Uruguay aprobó un aumento al salario mínimo, tras desvincularlo como unidad de medida en pagos y multas.
¿Y EN MÉXICO? VAYAMOS A LOS NÚMEROS…
¿De qué lado se inclina la balanza en México?, ¿es el salario mínimo más cercano al caso extremo de los mil pesos diarios o a su contraparte, el de los 10? Considerando que un trabajador mexicano que percibe el salario mínimo (70.10 pesos para el área A y de 68.28 pesos para el área B) recibe ingresos 20% menores a la línea de pobreza y que sostener a una familia de tres individuos con tales medios es virtualmente imposible, no es descabellado decir que en nuestro país el salario mínimo no responde en lo absoluto a los motivos por los que fuera establecido en la segunda década del siglo pasado.
En términos reales, el salario mínimo mexicano ha caído 70% desde la década de los 8o, aunque los trabajadores que lo perciben producen exactamente lo mismo comparado con lo que hacían entonces. Aun en el forzado caso en el que la productividad haya disminuido desde aquellos días, el salario ha caído de forma tan dramática que es imposible pensar que lo hecho a la par de los ingresos patronales. En otras palabras, el pago a los empleados ha caído mucho más que las ganancias para los empresarios, por lo que un aumento del 70% representaría tan sólo el ajuste mínimo necesario para que los obreros, jornaleros y demás paguen sus impuestos y adquieran la canasta básica, sin costearse lujo alguno.
La población económicamente activa de México está conformada por 52 millones de personas, de las que un 12,5% percibe un salario mínimo y un 23,2% gana entre uno y dos. El problema se agudiza en las microempresas, donde el 51% de los empleados percibe menos de dos salarios mínimos.
El economista doctorado en Harvard y catedrático del Colegio de México, Gerardo Esquivel, es uno de los principales defensores del aumento al salario mínimo en México.
AUMENTAR EL SALARIO MÍNIMO ES POSIBLE
Son justamente los detractores del aumento al salario mínimo los que usan la baja productividad de este sector como argumento para sostener su posición. De acuerdo con ellos, mientras no se estimule el crecimiento en la producción de estos sectores, obligar a los patrones a pagar más a sus empleados equivale a llevar a las pequeñas empresas a la quiebra, lo que, a la postre, significaría un desastre económico nacional.
Medir la validez de aquella idea implica, una vez más, considerar qué tan cercano a cierto extremo sería el aumento. Toda empresa es capaz de pagar más a sus empleados siempre que tal gasto no conlleve una caída en números rojos. Si la pérdida, por otro lado, permitiera al empresario tener crecimiento, aunque a un ritmo menor, entonces, a gran escala, el resultado sería positivo, puesto que, en efecto, pondría en las manos de los que hoy no consumen los productos de estas empresas el dinero para hacerlo, lo que al final, se traduciría en un crecimiento más veloz que el que podría alcanzarse con otros medios.
Mientras en Estados Unidos, los ayuntamientos discuten por salarios de 15 dólares la hora (más de mil 800 pesos mexicanos diarios que, con el respectivo golpe del poder adquisitivo, podríamos reducir con exageración a unos mil pesos al día), en México el debate parece incapaz de centrarse en los mínimos necesarios para una vida justa.
Por supuesto, lo que hace falta es encontrar una forma de orillar a los funcionarios (que tienen salarios máximos por decreto) a revisar a profundidad las base del decreto del salario mínimo.