A casi un año de que México confirmó el primer caso de COVID-19 (28 de febrero) y que la OMS declarara una pandemia (11 de marzo), en el mundo continúan los esfuerzos para prevenir los contagios mediante las vacunas o las medidas sanitarias que ya conocemos. Y en medio de este camino también ha aparecido la pregunta: ¿Qué hemos aprendido? o ¿qué podemos aprender?
Un poco para reflexionar lo que ha sucedido este año y tomando en cuenta que aún queda un largo camino por recorrer, la redacción de Sopitas.com pensó en este texto —que nos permitiera ¿evaluar? o mirar hacia atrás para saber qué hemos aprendido, qué cosas podemos rescatar de la pandemia que ha impactado en los sistemas de salud, económico y social o qué nos toca aprender.
Para hacerlo, tocamos base con dos especialistas de la Universidad Iberoamericana (UIA): Ana Paola Sáenz, doctora en Psicología y Salud —además de académica de tiempo completo— y Oscar Galicia, coordinador de la Licenciatura de Psicología de la UIA y doctor en Investigación Biomédica.
Y esto fue lo que encontramos tras dos charlas desde la perspectiva de la Psicología —así que elijan un buen lugar para leer, porque este texto está algo extenso.
¿Qué hemos aprendido en la pandemia?
Qué significa aprender: ¿Es el momento en que me doy cuenta que las cosas tienen que cambiar?, ¿son las cosas nuevas que estoy haciendo luego de determinada experiencia? o ¿es el simple hecho de saber algo nuevo?
“Aprender va más allá de memorizar o saber cosas que ahora ya sabes y antes no sabías. En Psicología aprender significa modificar tu conducta, o sea, hacer cosas diferentes a partir de una experiencia.
Entonces, una persona puede saber algo y no modificar su conducta por eso, esa persona está memorizando, está recibiendo información pero no esta aprendiendo”, nos explicó desde su estudio, vía Zoom, Ana Paola Sáenz.
Y los ejemplos del aprendizaje son diversos, van desde que una persona aprendió a hacer galletas durante la cuarentena hasta aquella que usa el cubrebocas en un espacio público como una medida de cuidado comunitario y personal.
Ahora bien, ¿hay cosas buenas que podemos aprender de una situación como la pandemia de COVID-19 que ha colapsado el sistema de salud público, ha cobrado la vida de miles de personas e hizo que nos distanciáramos?
En realidad todo depende con lo que hagamos a partir de esta compleja experiencia.
Para Oscar Galicia —también platicamos con el académico de la Ibero vía Zoom— no se trata tanto de si las situaciones son buenas o malas, sino de lo que hagamos a partir de esa experiencia.
Y para ejemplificarlo, qué mejor que el uso del cubrebocas porque desde antes de la pandemia era casi casi exclusivo del personal médico o la gente que no quería pescar un resfriado. Sin embargo, llegó el COVID-19 y aprendimos que su uso es vital para ayudar a disminuir los contagios, salvar vidas y ahora es común encontrarnos en la calle con nuestros cubrebocas.
Lo mismo ha sucedido con la sana distancia, que si bien nos distanció con las reglas de cero abrazos, besos de cachete, saludos de mano y si nos vamos a lo masivo, cero conciertos o fiestas, nos ha ayudado a preservar un espacio de seguridad que implica evitar los contagios de coronavirus y salvar vidas.
Eso lo hemos aprendido y podrían ser acciones que van desde lo general a lo individual.
Las herramientas para aprender
Una vez que llegó la pandemia a México comenzaron a surgir noticias falsas y teorías de la conspiración que fueron abrazadas por figuras públicas como políticos, actores o músicos —y que se esparcieron de manera rápida en redes sociales.
Además, al ritmo que iba tomando la pandemia —en su impacto en la economía y la necesidad de un sector de la población por salir de casa a trabajar para sobrevivir—, las redes sociales tuvieron un papel importante como medio de información.
Oscar Galicia y Ana Paola Sáenz coincidieron en que una de las herramientas con la que contamos para poder aprender es la información que hay en redes pero que igual resulta paradójica porque estas pueden albergar posturas totalmente extremas que acarrean a grupos de fanáticos como sucedió en Estados Unidos.
“No es el problema de las redes por sí mismas, sino que es una manifestación de lo que ocurre en nuestras sociedades. Entonces, lo que necesitamos es ser capaces de discernir, que sea mucho más difícil vendernos mentiras, más difícil seguir a ciertos personajes carismáticos y otorgarles el poder de la credibilidad”.
Para el doctor en Investigación Biomédica la clave está en que tengamos fuentes de información veraces y respaldarnos en la educación, la academia. De esta manera, podremos discernir en el cúmulo de información que hay en las redes.
Usarla como una herramienta para aprender, lejos de las teorías conspiracionistas o “creencias místico religiosas que surgen ante la falta de respuestas inmediatas de la ciencia y suelen ser un recurso para que una persona no se deprima, pero el problema está cuando esa espiritualidad se torna desinformativa”, indicó Ana Paola Sáenz.
La académica de la UIA nos explicó que además de la información existen otras dos herramientas: la revaloración de algunas actividades que teníamos por ahí olvidadas pero son esenciales como el servicio de intendencia en una ciudad y tener presente que en esta pandemia “no te salvas solo o sola”.
¿Cómo? Oscar Galicia complementó esta idea de la siguiente forma:
“No hubo país en el mundo que pudiera enfrentar esto solo. La pandemia demostró que un país por más rico y poderoso no va a poder solo, sino que necesita de la colaboración del resto”.
Y esto es a nivel global, pero a nivel regional también aplica incluso en familias, reconocernos como una red comunitaria “es lo que ha permitido que las cosas sigan avanzando”, de acuerdo con Sáenz.
Los aprendizajes
La pandemia sigue en curso, pero podemos esbozar varios aprendizajes, a nivel general e individual. Oscar Galicia nos mencionó tres áreas de aprendizaje: la educativa, productiva y sanitaria.
En cuanto al sector educativo tenemos la educación a distancia como una oportunidad para que los y las estudiantes de universidades puedan aplicar de manera virtual a centros extranjeros.
¿El productivo? El home office.
“Si algo aprendieron muchas empresas fue que no necesariamente requerían un edificio completo para tener oficinas y que no necesitaban tener ahí a sus empleados enclaustrados para que fueran productivos.
Esto mejoró mucho la circulación, los niveles de contaminación pero también trajo como consecuencia un gasto mayor en programas de conectividad, hubo empresas que básicamente cotizaron en la bolsa de valores nada más por la pandemia como redes sociales, Zoom”.
Y el aprendizaje en el sistema de salud es evidente y queda como un pendiente urgente que debe potenciarse.
“Tendríamos que reflexionar para poder aplicarnos en este aspecto, sobre nuestras profundas limitaciones en nuestro sistema de salud, si algo nos enseñó la pandemia es que teníamos un sistema de salud frágil”.
Luego vienen los aprendizajes individuales, esas actividades cotidianas que han permitido a la clase media tomar un respiro.
¿Por qué decimos clase media?
Aquí vale la pena mencionar que este sector es el que de mayor forma pudo entrar en la norma de “Quédate en casa”, en un confinamiento que no lo expulsó a salir a trabajar para sobrevivir como ha sucedido con la gente de escasos recursos o tampoco tuvo las facilidades para seguir su vida sin tener que enfrentarse a la nueva normalidad, como las personas ricas.
Entonces, aprendizajes como hacer galletas, videos en TikTok o revalorar a la familia mediante una convivencia a la distancia han permitido a las personas seguir conectadas con la vida.
“Hacer eso les permitió conectar con su familia, tener pequeños picos de novedad.
Salir de un loop irrepetible. Fueron positivos para su salud mental lo que se traduce en tener ciudadanos y ciudadanas sanos mentalmente, no tan estresados y que impacta también de manera positiva en la comunidad”, agregó Ana Paola Sáenz.
¿Qué nos toca aprender en la pandemia?
“Una de las cosas que tendremos que aprender es ver qué es lo que falló y qué podemos hacer para remediarlo. O sea, no decir, ‘fue una tragedia’ y se acabó, sino, ¿qué puedo hacer?, ¿qué podemos hacer como sociedad?”.
A la voz de Oscar Galicia, quien nos compartió la reflexión del párrafo anterior, se sumó la de Ana Paola Sáenz para recordarnos que hay varios aprendizajes potenciales que se irán puliendo conforme el tiempo pase y —en algún momento— nos acerquemos a la salida de la pandemia.
¿Cuáles son?
De acuerdo con la doctora en Psicología y Salud, la reflexión. Tomar consciencia respecto a las pérdidas, tanto las pérdidas por fallecimientos como las pérdidas de trabajo, “cosas que pensábamos inquebrantables”.
Y por otro lado está la reflexión política:
“Las decisiones que como ciudadanos tomamos alrededor de la política, aprender a observar cómo impacta la injusticia social”.
¿Cómo se van a dar? Gracias a las herramientas ya mencionadas pero también al papel que tomen sectores como el académico, científico, artístico y cultural para que a través de su testimonio haya una reconstrucción.
“Que no sea simplemente pasar la página o no querer mirar hacia atrás, porque ese mirar y resignificar la experiencia es lo que va a procurar el aprendizaje. Hacer una valoración diferente de la vida”.
¿Pasar página o avanzar?
Si bien Galicia y Sáenz coincidieron en que detenernos a revisar lo que ha sucedido, en vez de pasar la página, sería lo ideal; la doctora en Psicología y Salud enfatizó que —en términos conductuales— necesitamos pasarla.
Además, para Ana Paola Sáenz una valoración a profundidad —a nivel general— está difícil porque una vez que comience la reactivación económica, el sistema se dedicará a incentivar a las personas al rápido consumo.
Aunque del otro lado de la moneda, esta reactivación podría fungir como nuestro motor revitalizante, de acuerdo con Oscar Galicia.
Entonces, ¿qué hacemos?
“Va a depender de cada uno de nosotros y de cada una de las instituciones ver si esto que experimentamos se convierte en algo positivo o simplemente va a ser puro estrés postraumático”, concluyó Galicia.
E igual no debemos olvidar que a esta altura del camino, seguimos aquí, superando las adversidades de una situación extraordinaria como dijo Sáenz:
“De repente no era terminar la maestría o el curso de inglés, el principal logro es seguir lo menos golpeados emocional y físicamente posible y creo que en ese sentido no debemos perder la noción de que eso es lo importante, que la vida continúa.
Más allá de todo lo que pudimos haber aprendido de manera individual, el objetivo… quienes lean esta nota, lo han logrado”.