La UNAM no sólo es una de las universidades más importantes de nuestro país y a nivel mundial, también es un referente en cuanto a arquitectura y arte, no sólo por el edificio de rectoría que es un ícono de la ciudad, todos los espacios que lo rodean también entran en esta categoría.
Independientemente de las aulas y zonas de estudio, el Centro Cultural Universitario se ha dedicado a promover la cultura y el arte, con lugares como la Sala Nezahualcoyotl, el MUAC, las Bibliotecas y Hemerotecas Nacionales, la Sala Miguel Covarrubias, el Espacio Escultórico, siendo este último uno de los preferidos por la población estudiantil, la gente externa y una de las mejores representaciones del movimiento land art. Pero ¿qué está pasando con el Espacio Escultórico?
Vamos por pasos. El Land Art es una corriente del arte contemporáneo que surgió en los años 60 como una propuesta alterna al arte de galería. Lo que esta corriente buscaba era crear estructuras que se mezclaran con el paisaje del lugar y así crear una simbiosis entre ambos. Al estar expuestas al exterior, su existencia podía ser efímera, pero al mismo tiempo permanecer e incluso mezclarse aún más con su entorno.
Ahora vamos con el Espacio Escultórico. Esta propuesta nació en 1977 a manos de Federico Silva quien buscaba impulsar la escultura monumental en espacios abiertos en nuestro país. Al final se eligieron a siete artistas de la universidad que se encontraban en la rama de geomertrismo estético: Federico Silva, Manuel Felguérez, Helen Escobedo, Hersúa, Sebastián, Mathias Goeritz y Roberto Acuña. El resultado final fue un círculo de 120 metros de diámetro con 64 pilares, que representa la pirámide de Cuicuilco, con lo que buscaron unir la herencia prehispánica con la corriente contemporánea.
Junto a esta circunferencia, que es el núcleo del Espacio Escultórico, alrededor se encuentran distribuidas varias esculturas creadas por los alumnos: Las serpientes del Pedregal y Ocho conejo, de Federico Silva; Ave dos, de Hersúa; Coatl, de Helen Escobedo; Colotl, de Sebastián; Corona del Pedregal, de Mathias Goeritz y Variante de la llave de Kepler, de Manuel Felguérez.
El Espacio Escultórico no solo representa el movimiento iniciado en los 60, es un ícono de la UNAM y de la Ciudad de México, siendo la escultura monumental más grande de la ciudad (junto con las Torres de Satélite) y uno de los puntos desde donde se puede apreciar perfectamente el paisaje de la capital, incluso los volcanes, resultando en una panorámica impresionante.
Sin embargo en las últimas semanas se ha visto mucho movimiento entorno al Espacio Escultórico, incluso llamados a marchas. ¿Qué esta pasando en este lugar que artistas y estudiantes están alzando la voz? El problema surge a raíz de la construcción del Edificio H de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad, esto argumentando la falta de espacio para alumnos y profesores.
Aunque la Universidad explicó que se construyó “con estricto apego a la normatividad y bajo necesidades académicas”, esto no ha impedido que estudiantes, académicos, arquitectos y artistas se manifiesten en contra de este edifico que fractura totalmente el paisaje, creando un efecto desastroso y que rompe con la idea con la que se concibió el Espacio Escultórico: un espacio abierto al cielo del Pedregal y lograr una mezcla de la naturaleza con el arte moderno.
Uno de los problemas principales que enfrenta esta construcción es que Ciudad Universitaria fue declarada patrimonio cultural de la humanidad en 2007 por
Ser un conjunto monumental ejemplar del modernismo del siglo XX. Demostrar de manera sobresaliente la consolidación de la arquitectura moderna en América Latina, con acentos locales, la extraordinaria planificación urbana, con base en el paradigma del urbanismo y el funcionalismo moderno con reminisencias a la arquitectura prehispánica.
Así como por albergar obras de Diego Rivera, Siqueiros, Mario Omar Falcón y por supuesto la obra de Federico Silva. Por lo que esta intervención al paisaje del Espacio Escultórico queda fuera de los lineamientos de la UNESCO.
Lamentablemente por la falta de mantenimiento, el descuido de las autoridades universitarias y el abuso por algunos estudiantes, logró que el espacio cerrara los fines de semana y que muchos ya no pudieran acceder a la zona.
Figuras como Teodoro González de León (arquitecto), Eduardo Abaroa (artista plástico), Francis Alÿs (artista),Tatiana Bilbao (arquitecta), Yoko Ono y Catalina Corcuera (directora de la Casa Estudio Barragán), firmaron una carta dirigida a la UNAM para que se rescate el espacio y el edificio no intervenga:
Resulta un aberrante descuido el emplazar un edificio vertical en el eje oriente del Espacio Escultórico —uno de los puntos más atractivos del mismo, ya que desde ahí se observan los volcanes—, sobre todo considerando que existen terrenos en el campus y soluciones arquitectónicas que no hubieran resultado en la destrucción del paisaje. Exigimos desde luego la demolición de los cuatro niveles superiores del edificio, solución radical, pero que es la única manera de restaurar la integridad de la obra.
A raíz de todo esto, se ha iniciado una petición en Change.org donde se llama a las autoridades pertinentes a restaurar de manera integral el Espacio Escultórico, que se le de mantenimiento, que se abra los fines de semana y, por lo menos, demoler los últimos cuatro pisos del Edificio H para que este no intervenga con el paisaje. Hasta ahora llevan 9 mil 644 firmas.
También se ha iniciado un movimiento en redes sociales con los hashtags #demuleaneledificioH #salvemoselespacioescultorico
apoyen!! “@demuelan_el_H #DemuelaneledificioH #salvemoselespacioescultorico pic.twitter.com/VXU6Se8AfM
— Hector Velazquez (@HectorHv1990) February 7, 2016
#demuelaneledificioH #salvemoselespacioescultorico pic.twitter.com/wMEQyP0m6G
— Cristina del Río (@marmartinini) February 5, 2016
La importancia de rescatar este recinto recae en lo significativo que es para el arte y la arquitectura de la Ciudad de México, aunque, también es fundamental crear conciencia sobre el espacio público que nos rodea y la poca importancia que en muchas ocasiones le damos al paisaje urbano que es fundamental para una ciudad y sus habitantes.
La Universidad debe apelar a rescatar integramente este monumento, no sólo porque es parte de sus instalaciones, sino porque es una representación del genio artístico en nuestro país.