La música de Pumcayó oscila sobre tres ejes fundamentales: el primero de ellos, una interesante base lírica que no sólo se sostiene en armonías, sino en letras profundas que apela a un maravilloso uso del lenguaje para que su música cuente una historia; el segundo, una mezcla entre rock progresivo y el folk que atraviesa por diferentes latitudes y vertientes, y el tercero, el uso de instrumentos como la jarana o guitarra acústica que complementan con una base rítmica llena de matices. Pumcayó no es para cualquier oído, y la descripción que muchos hacen de su música como “folk-rock artesanal” no es del todo descabellada.
Integrado por Federico Díaz de León (batería/jarana/voz), Raúl Andreu (guitarra eléctrica), Marcelo Salazar (guitarra eléctrica/percusión/voz), Paco Rosas (bajo/voz) y Saúl Figueroa (guitarra acústica/voz), Pumcayó recientemente fue galardonado en la VII Edición de los Premios de la Música Independiente en España con el premio a “Mejor Artista Mexicano” y no es para menos, ya que desde la experimentación musical y los “accidentes” creativos, esta banda redescubre elementos mexicanos que adopta para su sonido, como nos comenta Saúl:
Cuando empezamos a tocar salían de repente estos sonidos mexicanos/mexicanistas/folkloristas, aunque nadie en la banda tiene esa formación, pero nos gusta el contraste que hacían con las ondas progresivas que hacíamos y terminó en el disco, con los 10 tracks que en gran medida tienen este sonido con una veta muy constante, pero que nunca fue intencional y nos gusta que no sea obvia y que no sea intencional y que no sea “rescatista”. Hay muchas maneras de apropiarte de esta cultura tan diversa que tenemos en México.
Para Pumcayó es muy importante aclarar que ellos no buscan “rescatar” una mexicanidad, sino que es un elemento que ha llegado a ellos naturalmente y que han adoptado y adecuado a su sonido, dejándolo fluir de manera orgánica en sus composiciones. De otra forma, la banda ha usado este recurso para sus videos “Caldo de Navajas” y “Don Jacinto”, que retratan aspectos como las fiestas de Santiago Apóstol en Nextipac, Jalisco o la fabricación de papel picado, por lo que visualmente, la banda ofrece una experiencia rica en colores y sonidos. Por otro lado, la banda en vivo ofrece una gama de colores y sonidos aún más amplia y en definitiva es su especialidad. Tanto el EP como el LP, Caldo de Navajas fueron grabados en vivo y es por esto mismo que al trasladar el disco a un escenario, las vivencias se intensifican, como nos comenta Saúl: “todos los planes van hacia la búsqueda de tener una experiencia más completa que vaya más allá de escuchar un disco o ver a una banda en vivo. Desde que inició la banda el en vivo es una parte fuerte de lo que somos”. La evolución de esta banda comenzó desde su primer EP y han pasado ya cuatro años desde entonces, ahora el concepto ha tenido algunas variaciones y algunos cambios, pero ha logrado persistir y madurar, además de nutrirse con los aportes que cada integrante añade en diferentes medidas.
Su primer LP tiene un fino hilo que une a cada una de las canciones, un detalle que la banda buscó concienzudamente y ha tenido un resultado bastante atinado. Las canciones funcionan bien por separado, sin embargo no se trata de canciones aisladas, sino de una conexión de piezas cuidadas que conforman un cuadro musical más grande:
Al escuchar a Pumcayó es inevitable remitirnos a la música de Calexico o Iron & Wine, pero claramente con un toque propio que provee la personalidad de la banda. Con apenas un disco de larga duración, mi curiosidad hará que tenga la vista fija en esta banda para ver cómo evoluciona su sonido en lo siguiente que hagan y como recomendación, ustedes deberían hacer lo mismo.
Pumcayó se presenta este sábado 16 de mayo en el Festival Marvin.
