En la historia mundial, las guerras se han desatado por una infinidad de razones, desde pasteles hasta partidos de futbol, pero lo que está pasando entre China y Japón supera todo lo que imaginábamos posible. En este 2021, los conflictos internacionales se están cocinando por culpa de las pruebas anales para detectar COVID.
Neta. Aunque suena muy chistoso, la verdad es que el coraje diplomático está bastante entendible.
Si decían que los cotonetes gigantes por la nariz eran incómodos, todo este drama comenzó con la controvertida decisión de China de intentar detectar COVID a través de pruebas anales. Eso sí, no es nomás por el gusto de andar empinando a todo ciudadano, según esto, son mejores que una prueba normal.
Médicos y especialistas comentaban que son más eficientes para detectar casos positivos pues los rastros se mantienen más tiempo en el recto que en la garganta. No se rían. Esto es ciencia.
Sin embargo, serán muy eficientes y todo lo que quieran pero, como ya se imaginarán, este método ha sido bastante polémico en el mundo entero por lo invasivo que resulta un raspado de coliflor… y más cuando es obligatorio.
Ahí es donde empieza el coraje de Japón y los japoneses que viven o visitan China
Japón se queja oficialmente
De acuerdo con The Guardian, las autoridades diplomáticas de Japón no están nada felices con las medidas tomadas por China.
En una conferencia de prensa, Katsunobu Kato —secretario del gabinete en Japón— señaló que muchos de sus ciudadanos habían acudido a las Embajadas a quejarse personalmente de las pruebas anales de COVID que les realizaron de manera obligatoria. “Les causaron gran dolor psicológico”, señaló el funcionario.
Aunque no se sabe exactamente cuantos japoneses fueron sometidos a este proceso, se sabe que hicieron una queja formal para detener las pruebas traseras.