El 11 de marzo pasado fueron liberadas dos hembras de jaguar mexicano en Quintana Roo: se llaman Celestún y Nicté-ha. Esto como parte del programa GATO en el que participa el proyecto del Tren Maya, impulsado por Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur).
En este programa participan organizaciones de la sociedad civil como Jaguares en la Selva A.C., ubicada en Oaxaca, y que se dedica al rescate y reintegración de jaguares a la visa silvestre. Pero además integra a las comunidades alrededor de las áreas en donde vive este felino así como a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
¿De qué va el proyecto GATO?
Para que nos explicara un poco más de qué va este proyecto impulsado por el Tren Maya platicamos con Lilia González, ella es el enlace territorial en el tramo 6, es decir, en Quintana Roo.
Un grupo comunitario ya estaba trabajando en la comunidad de Solferino en conjunto con la asociación civil Jaguares de la Selva. De ahí nace un proyecto de conservación que permite a los grandes felinos, como estos lindos jaguares, que entran en conflicto con los humanos, reinsertarlos a la vida silvestre.
Una vez que los ejemplares son recuperados, se envían a unas simuladores de vida silvestre o zoológicos para aprender más de ellos. “Se monitorea a las especies rescatadas con cámaras, circuito cerrado de televisión y demás medidas. El objetivo es analizar todo su proceso de adaptación: qué es lo que cazan, cómo se comportan en el día y en la noche”, nos comentaba la especialista en el proyecto.
En el caso de en el caso de las dos jaguares —Nicté-Ha y Celestún— sirvió para saber cuál era la dominante.
En este caso Celestún y Nicté-ha fueron rescatadas hace 4 años con unas cuantas semanas de vida y con muy pocas probabilidades de sobrevivir. Durante 16 semanas fueron resguardadas e ingresadas a una por la organización Jaguares en la Selva con un proceso de asilvestramiento.
“Fueron alimentadas por una botarga simulando ser su madre, con distinta disposición de alimento como suele ser en la vida silvestre de tal forma que estos ejemplares tuvieran cero contacto con humanos y pudieran ser reintegradas a la vida silvestre“, nos explica Lilia.
Las comunidades que participan en este proceso están con contacto cercano con los científicos, etólogos, biólogos, veterinarios, etc. a modo de que no se les escape nada. Además, intentan alimentar lo que se sabe de la especie y buscar el mejor protocolo para reintegrarla a la vida silvestre.
La liberación de estas dos hembras de jaguar fue la primera del proyecto GATO, Grupo de Atención Técnico Operativo, que son alrededor de 7 personas de la comunidad de Solferino mas los científicos. Las dos ejemplares traen un collar monitoreado vía satélite para analizar su comportamiento pero ahora en vía libre, a dónde van, si pueden llegar a reproducirse, etc.
Pero no es el único proyecto para la conservación del jaguar
El proyecto del Tren Maya, en su conjunto, está apoyado un gran programa de conservación del jaguar llamado Biosfera Jaguar que tiene un componente otro componente importante: en Copalita, Oaxaca, Fonatur está aportando la tierra, el espacio físico, de lo que en un futuro será un Centro de Conservación Genética del Jaguar Mexicano.
El jaguar mexicano tiene un fenotipo especial y ahí reside la importancia de este proyecto para poder garantizar las poblaciones de jaguar en un futuro. Gran parte de estos animales que entran en conflicto con los animales y que serán regresados a la vida en libertad, tienen también la posibilidad en este centro en Copalita de, con distintos métodos de reproducción, garantizar la población viable de la especie.