La Policía turca utilizó gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a manifestantes contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan.
Las personas se concentraron en el Parque Gezi, del centro de Estambul para protestar, primero por el derribo de árboles para construir un centro comercial y, posteriormente se transformó en una movilización contra el Gobierno.
Las calles principales, se llenaron de cristales y piedras, en un contexto de violencia que ha concluido con decenas de heridos, tras la caída de un muro y personas intoxicadas por efecto del gas lacrimógeno.
Amnistía Internacional denunció el “uso excesivo de la fuerza” contra manifestantes pacíficos. El ministro de, Interior, Muamer Guler, ha prometido investigar la actuación de las fuerzas de seguridad para determinar si se excedieron.
También se han registrado movilizaciones contra el gobierno respecto al endurecimiento de las restricciones al alcohol y las medidas contra las expresiones de afecto en público.