Los nicaragüenses han salido a las calles para protestar en contra de las reformas que el gobierno impuso  en temas de seguridad social y pensiones. Durante cinco días consecutivos, los ciudadanos han tapizado las calles de la capital Managua, así como de diferentes puntos del país.

El gobierno, no se ha quedado con los brazos cruzados y respondió con represión y severas agresiones hacia los protestantes.

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Y es que cómo no iban a estar enojados, si con la nueva legislación ciudadanos y empresas se verán obligados a pagar un mayor monto al Seguro Social, además de que a los jubilados se les quitará un 5% de su pensión.

La policía respondió a las manifestaciones con golpes, gas lacrimógeno y hasta balazos. Niños, ancianos, periodistas y ciudadanos, todos han sido tratados por igual. El Centro de Derechos Humanos de Nicaragua, informa que hasta el momento hay al menos 25 muertos y 64 heridos.

El presidente Daniel Ortega, puso la reforma en marcha por recomendación del Fondo Monetario Internacional (FMI) ya que el seguro social está a punto de irse a la quiebra debido a que los fondos se han invertido sin tener un retorno de financiación.

El ejecutivo del país pretende mantener la edad de jubilación a 60 años o 750 semanas cotizadas, de tal forma que el gobierno recaudará 250 millones de dólares. Con estas medidas, los economistas advierten de que las reformas golpearán a las empresas y se traducirán en desempleo.

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Ortega había dejado que los manifestantes y autoridades se hicieran garras. Finalmente tras 5 días de desaparición mediática, el sábado compareció a medio día, al lado del jefe del Ejército, Julio César Avilés (por si no hubieran sido suficientes las muestras de poderío con la represión).  Como es costumbre, señaló que sólo se  trataba de un “grupo minoritario” qué está tratando de desestabilizar al país. Comparó a los manifestantes con las maras que desangran el norte de Centroamérica y afirmó que su único interlocutor para salir de la crisis es la empresa privada.

Pero no contaba con que 4 horas después, serían precisamente ellos quienes desconocieran al gobernante. Las cúpulas empresariales rechazaron colaborar con Ortega y por el contrario, le exigieron el cese de la represión inmediatamente.

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