Cuando Rodrigo Duterte, presidente electo de Filipinas, prometió que en sus primeros 100 días de gobierno iba a “aniquilar” al narcotráfico, no lo dijo metafóricamente.
Durante su mensaje del pasado sábado, Duterte invitó a sus próximos gobernados a echarle la mano en la campaña que emprenderá para intentar erradicar al crimen organizado de la nación que vio nacer a Manny Pacquiao. Claro, la ayudadita no será de gratis: pagará millonarias recompensas a quien mate o denuncie a los narcotraficantes.
“Voy a pagar por un capo de la droga: 5 millones de pesos (filipinos), unos 107,000 dólares, si está muerto, y si está vivo, solamente 4 millones 999,000”, aseguró riendo.
“Está re’ loco”, dirá algún ciudadano filipino… pero el político no podrá decir que no lo advirtió: tal como ya lo había anunciado, lo dicho el sábado desde la ciudad sureña de Davao, viene a reafirmar que su lucha contra la delincuencia será una “guerra sangrienta”… a ver si luego no se raja y dice que él nunca dijo que era una “guerra” (cof, cof, Calderón, cof, cof).
La estrategia de “Rody” (como se le conoce al filipino amante de la moronga) es simple: además de las fuerzas de seguridad y policías, cualquier ciudadano puede entrarle a la cacería de delincuentes. “Si están allí en su vecindario, no dude, llamen a la Policía o hágalo usted mismo, si tiene la pistola. Tiene mi apoyo… Voy a darle una medalla”.
Así como en varias partes del mundo, la violencia e inseguridad provocada por el narcotráfico ha alcanzado niveles preocupantes en Filipinas… de ahí las medidas adoptadas por Don Rody, que lindan con lo extremo: no dará tregua a distribuidores… y tampoco a consumidores: “si usted está involucrado en drogas, lo mataré. Es un hijo de pu…, yo realmente lo mataré”.
Aunque en Filipinas muchas han aplaudido las medidas del próximo presidente (quien comenzará a administrar a finales de junio), no son pocos los que ven con cierto recelo la llegada de este personaje al poder: Duterte es vinculado a grupos paramilitares y, al parecer, todo lo quiere resolver echando bala. Una de sus medidas de “seguridad” que tiene previstas es la de instaurar la orden de “disparar a matar” a todo delincuente que se resista a su captura. Aunque bueno, de ser juzgado igual y le toca la pena de muerte mediante la horca, abolida en 2006, pero a la que Rody tiene ganas de volverla a aplicar.