Después de varias semanas en las que los enfrentamientos y las muertes eran más que pan de todos los días, las autoridades se dieron cuenta que en Tamaulipas había de todo, menos calma.
La militarización es el camino que ha elegido el gobierno federal en su intento por aminorar la extrema situación de violencia que reina en Tamaulipas. El propio presidente Enrique Peña Nieto indicó que se ha ordenado el despliegue de miembros del Ejército y Marina a lo largo del Estado, cuya magnitud es tal que supone colocar bajo control militar a toda la región.
Según lo dicho durante la presentación de la “Nueva Estrategia de Seguridad Tamaulipas”, la situación de intensa violencia que se vive en el noreste del país es a causa de la disputa por el territorio que sostienen organizaciones criminales, en especial el Cártel del Golfo y Los Zetas.
La nueva estrategia contempla tres ejes principalmente:
- Desarticular la composición y operación de las organizaciones criminales, esto mediante arduo trabajo de “inteligencia”
- Sellar rutas de tráfico ilícito de personas, sustancias, armas y dinero a través de la vigilancia y patrulleo militar que se realizará las 24 horas de los siete días de la semana: “se realizará el despliegue de elementos y tecnología de vanguardia” en cinco puntos estratégicos de la red carretera, y en los tramos Tampico-Victoria, Victoria-Matamoros y Victoria-Reynosa, señaló el secretario de Estado, Miguel Ángel Osorio Chong.
- Garantizar instituciones de seguridad, eficientes, suficientes y “confiables”. Este punto podría resultar el más “interesante”, ya que supone el desmantelamiento de todos los cuerpos de policía que hay en Tamaulipas, dado que son altas las sospechas de que el narco se ha filtrado en su composición.
Obviamente el trabajo que plantea lo anterior luce bastante complicado, pero para tratar de llevar a cabo esta estrategia se contempla la división del Estado en cuatro zonas de monitoreo: Frontera, centro, Sur y Costa.
Por otra parte, la “depuración” de los cuerpos policíacos se combinará con la creación de un centro de formación cuya misión será formar agentes “mejor remunerados y con mejores prestaciones”. Además, no sólo se limpiarán los cuerpos policíacos, también por este proceso pasarán las fiscalías y demás instituciones para, en su lugar, establecer cuatro nuevas fiscalías especiales en la atención e investigación de delitos. “Que quede claro, será un proceso transparente y en el cual no se tolerará aquel servidor público que tenga vínculos con el crimen organizado o que haya cometido actos de corrupción o de omisión”, amenazó Osorio.
“Vamos a restablecer las condiciones que permitan que los tamaulipecos recuperen la tranquilidad que se merecen, para ello entonces, vamos a fortalecer la coordinación de las dependencias federales con los otros órdenes de gobierno”, aseguró el secretario de Estado.
No se mencionó el plazo para comenzar a ver resultados de esta nueva estrategia, pero por lo que plantea y por la difícil situación que atraviesa Tamaulipas, no se espera que sea en breve… Y muchos se preguntarán ¿por qué las autoridades estatales esperaron hasta que la violencia les llegó más allá del cuello?
Bueno, según comentó el propio gobernador tamaulipeco, Egidio Torre Cantú, “la seguridad es un tema de resultados, no de esfuerzos. Cuando se hacen esfuerzos importantes pero los resultados no son los deseados, cuando los resultados no son los que la sociedad merece, los que la sociedad desea, los esfuerzos no se valoran aunque estén ahí, aunque nos permita ir avanzando”… es decir, él le echaba ganitas, pero nomás no pudo. Pues a ver si los federales pueden.
Y para que no les pasé lo que en Michoacán se presente el “efecto cucaracha”, “en los límites del estado, en coordinación con las autoridades locales respectivas, se llevarán a cabo operaciones especiales para acotar el desplazamiento del crimen organizado a las entidades colindantes”.