Después de los rumores a los que ponían como candidatos para el Premio Nobel de la Paz 2018 a Donald, Trump y Kim Jong-un por la famosa primer cumbre entre ambas naciones, finalmente la Academia votó por enaltecer acciones más humanitarias y galardonar a Denis Mukwege del Congo y a la yazidí,  Nadia Murad, por “arriesgar su propia seguridad para combatir con coraje, crímenes de guerra y buscar la justicia para las víctimas. 

Un ginecólogo y una ex esclava  iraquí del Estado Islámico. Aunque sus profesiones se podrían describir más como héroes sin capa. Ambos, dedicados a dar apoyo, a mujeres que sufrieron de la violencia sexual como armas de guerra y conflictos armados.  Tanto Mukwege como Murad, han sido reconocidos en el ámbito de los derechos humanos, pero este es el momento adecuado, para que todo el mundo los conozca. 

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Denis Mukwege

Nacido en 1955, en el Congo, decidió estudiar medicina en la Universidad de Burundi, inspirado por las labores de su padre como Pastor, quien lo llevaba a visitar enfermos, se inclinó hacia la ginecología y obstetricia como especialidad, aunque esto le costó dejar a su familia para desplazarse a Francia. 

De regreso a su país natal, decidió construir su propia clínica, su primer paciente, era una mujer a la que habían violado y posteriormente baleado en los genitales. Razón de peso para levantar una carpa y comenzar a apoyar a los cientos de mujeres que diariamente son violadas por grupos armados que buscan adueñarse de las riquezas del país. 

Mukwege, sabía que una sala de maternidad y un quirófano eran vitales para salar la vida de miles de mujeres. Así en 1998, dio vida a un pequeño campamento llamado “Panzi Hospital”, pero más tardó en armarlo que los grupos hostiles en derribarlo. Un año más tarde, el ginecólogo no se dio por vencido y aunque sabía de antemano que no le iba a resultar fácil, en 1989, el hospital ya estaba otra vez de pie. 

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Para el año 2008, Mukwege ya había galardonado con el Premio De Derechos Humanos  otorgado por la ONU, por “sus servicios eminentes  prestados a la causa de derechos humanos” como Director y cirujano del hospital Panzi de Bucavu. 

Dos años más tarde, las practicas de agresión sexual a mujeres, por parte de diferentes milicias, ya eran conocidas mundialmente, al grado que Naciones Unidas, calificó al Congo de ser “la capital mundial de la violación” 

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Ya para 2012, Mukwege tenía marcadas diferencias contra el gobierno, pero durante un discurso ante la ONU, condenó públicamente a la administración del entonces presidente Joseph Kabila y a otros países por no detener “la violencia en contra de las mujeres y violación como estrategia de combate”. 

Al mes siguiente, hombres armados perpetraron en su casa, asesinaron a un guardia de seguridad y amigo personal de Mukwege y  tomaron a sus hijas como rehenes por unas horas.  Un claro mensaje para que se mantuviera  en silencio.  Después de las amenazas, huyó con su familia a Suecia y luego a Bélgica. 

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Sin embargo, el papel que desempeñaba en el Congo, era tan indispensable que un grupo de mujeres recaudaran fondos en 2013  para comprar el boleto de avión que traería al doctor de vuelta al Congo. “Después de ese gesto realmente no pude decir que no. Además, estoy decidido a ayudar a combatir estas atrocidades, esta violencia” Dijo Mukwege para la BBC. 

Un año más tarde, en 2014, su regreso le valió el Premio Sarajov, para la Libertad y la Conciencia, otorgado por el Parlamento Europeo, que se apilaban a otros ya recibidos como el Premio al Sustento Bien Ganado y  la medalla Wallenberg. 

Sin ni siquiera imaginarlo, el 5 de octubre de 2018, mientas el ginecólogo estaba realizando una cirugía, los gritos y llantos que provenían del hospital lo interrumpieron. Había ganado el Premio Nobel de la Paz 2018. Las imágenes del jubilo del hospital, se hicieron virales rápidamente en redes sociales. Cientos de mujeres se sentían reconocidas a través del galardón. y a su vez, Mukwege dedicó el premio a las muchas mujeres que fueron víctimas de violencia sexual. 

Nadia Murad

Facebook: Nadia Murad

Es la mujer más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz después de Malala Yousafazai en 2014.  Con apenas 25 años, fue testigo de como los hombres de la aldea de Sanjar, en Irak, eran brutalmente asesinados por tropas del Estado Islámico.

Justo en el mismo año que Malala recibió el Premio Nobel de la Paz,  el Estado Islámico, cercó la aldea, cuando se aseguraron de que ningún hombre sin importar la edad sobreviviera,  ni siquiera los nueve hermanos de Murad, ni los otros nueve integrantes de su familia.  Las mujeres yazidíes que se quedaron estupefactas al ver el horror en carne propia, fueron secuestradas, vendidas, no sin antes ser violadas en grupo. 

Antes de que sucediera el ataque, Mirad relató a la BBC que “La vida en nuestra aldea era muy feliz, muy simple. Como en otras, la gente no vivía en palacios; nuestras casas eran simples, hechas de barro pero llevábamos una vida feliz, no teníamos problemas”. 

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Murad quedó como esclava a disposición el EI, al igual que muchas otras mujeres.  en lo que ellos llaman, el ‘yahid sexual’.  Fueron amenazadas, o se convertían al Islam o correrían la misma suerte que el resto de los habitantes de la aldea. 

“Se llevaron a los niños mayores de cuatro años a campamentos de entrenamiento. Luego, se llevaron las niñas mayores de nueve años. Después se llevaron unas 80 mujeres, todas mayores de 45, incluyendo mi madre. Unos dicen que las mataron, otros que no. Sin embargo, cuando parte de Sinjar fue liberada, se encontró una fosa común con sus cuerpos”. Relató la ganadora del Premio Nobel de la Paz.

Nadia y tres de sus sobrinas, fueron separadas con un grupo de 150 mujeres, todas yazidíes, y fueron llevadas a una base del EI. En cuanto uno de ellos llegaba, seleccionaba a un minúsculo grupo de niñas y adolescentes,  para que lo complacieran sexualmente.  Las preferidas por el ejército, eran niñas de entre 10 y 12 años. Las violaban y las regresaban al lugar de donde habían sido seleccionadas. 

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“Las niñas se resistieron pero fueron forzadas a irse con los hombres. Las más jóvenes se aferraban a las niñas mayores”, contó Nadia a HARDtalk. “Una de ellas tenía la misma edad de mis sobrinas y estaba llorando y se agarraba a mí”.

Nadia, aun recuerda el dolor físico y emocional que  la abordó, cuando llegó su turno. “Ningún hombre sintió compasión”, ni siquiera cuando las menores daban a luz estando presas. 

Durante el tiempo que pasó cautiva, tuvo tiempo de interrogar a algunos de sus captores. “Les pregunté ¿por qué hacían eso con nosotras? ¿Por qué mataron a nuestros hombres? ¿Por qué nos violan violentamente? Me contestaron: ‘Los yazidíes son infieles, no son un pueblo de las escrituras. Ahora ustedes son botín de guerra. Se merecen esto, ustedes son infieles. Los yazidíes deben ser destruidos’”.

Facebook Nadia Murad

Pasaron los años, y después de varios intentos frustrados de escapar, un día, cuando la iban a vender, aprovechó para huir. Tocó la puerta de una casa y una familia le ayudó con ropa y documentación falsa. 

Desde entonces, Murad no se ha detenido en intentar liberar a las cerca de 3 mil niñas que permanecen como esclavas sexuales ante ISIS.  A través de conferencias, charlas, coloquios y un libro, ha suplicado por ayuda para las mujeres yazidíes. En 2016, fue reconocida con el Premio Glamour, a la mujer del año. 

Actualmente, es Embajadora de Buena Voluntad y aunque dentro de sus ambiciones no estaba ganar el Premio Nobel de la Paz 2018, sabe que el mérito le abrirá muchas puertas para poder liberar a miles de mujeres que sufren de un pasado igual o peor al suyo. 

Con información de: BBC

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