El poeta José Manuel Caballero Bonald fue galardonado hoy con el Premio Miguel de Cervantes, concedido por el Ministerio de Cultura de España, a propuesta de las 22 Academias de la Lengua de habla hispana.
Darío Villanueva, secretario de la RAE y que actuó como presidente del jurado, dijo que la primera dedicación de Caballero Bonald “fue poética y la ha mantenido viva hasta hoy mismo. No ha guardado la pluma y sigue presente en nuestro repertorio de hoy. Fue evolucionando hacia una novela que nunca renunció a la poesía de la palabra, es un fabulador de historias y un maestro en el uso del idioma”.
José Manuel Caballero Bonald nació en 1928, en Cádiz, y es uno de los niños de la Guerra Civil, esos poetas íntimos que comenzaron a publicar en España en los cincuenta. Fueron los poetas que tradujeron a Paul Celan y a T.S. Eliot y lograron publicarlos gracias a una apertura del régimen franquista.
Caballero Bonald estudió Náutica y Filosofía, su madre pertenecía a una rama de la familia del Vizconde de Bonald, aquél que atacó la Declaración de los Derechos del Hombre y que decía que el divorcio era el “veneno revolucionario”.
Hijo de su tiempo, el poeta no podía sino plasmar en su obra un rebeldía política y estética que de la manera más sutil arremetió contra un estado (público y literario) tristemente flemático. Caballero y la Generación de los cincuenta vinieron a revitalizar la lengua porque no le tenían miedo ni al barroco ni al surrealismo.
La poesía de Caballero es un manantial cuyas aguas no se agotan (publicará próximamente una autobiografía en verso). Su lenguaje enseña la oscura lección de crear a partir del dolor y la magnífica cualidad que tiene éste de multiplicar su forma y su sentido y presentar mundos dentro de mundos con una facilidad soberbia (ya decía Pere Gimferrer que la poesía de Bonald tenía una “capacidad autogenésica”).
El galardón lo han recibido otros pilares de la lengua española como Borges, Dámaso Alonso, María Zambrano, Octavio Paz o Nicanor Parra.
Aquí les dejo un poema de José Manuel Caballero Bonald.
VÍSPERA DE LA DEPRESIÓN
Contra mí está la noche, están
las hostiles sentencias
de la noche, su cerrazón,
su lamedal, sus extramuros
de alcohol y de incuria
y de calambre.
Entré en la luz
como en un túnel, recorrí
las viscosas lucernas, el declive
más lívido del sexo, la neblina
tenaz de la obsidiana,
hasta caer,
caer
encima del gran vértigo
tentacular donde nunca amanece.
Porque logré sobrevivir lo escribo.
(De Descrédito del héroe, 1977)
***vía El País