Como parece que es cierto eso de “nadie hace algo hasta que le toca”, con esta campaña se apela al sentido paternalista del presidente y otras figuras públicas: ¿se mantendrían con la misma pasividad si uno de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa fuera su hijo?
Carteles con la fotografía de Alejandro Peña y Sofía Castro –hijo e hijastra de Enrique Peña Nieto– pueden verse en distintos puntos de la Ciudad de México. La imagen de los jóvenes preguntan al Ejecutivo: “Si vivo me llevaran ¿vivo me querrías?”
El cuestionamiento se basa en el lema de protesta que puede escucharse en cada marcha que se realiza con motivo de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, Guerrero, hace más de un año: “Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
Aunque vinculado directamente al caso Ayotzinapa, no se sabe quién está detrás de esta campaña. “Esta idea parece un golpe a la impunidad que hay en México donde la impartición de justicia es completamente diferente para los ricos y poderosos y el resto de la población”, señala Daniela Buenfil, usuaria de Facebook que notó estos carteles la semana pasada, cuando se cumplió un aniversario de la desaparición de los normalistas, y subió las imágenes a las redes sociales.
Considerado como un caso que refleja varias debilidades del Estado, las investigaciones que se han realizado sobre la desaparición de los 43 normalistas han dejado más dudas que certezas. Aunque las autoridades aseguran que los estudiantes fueron incinerados en un basurero de Cocula, especialistas internacionales han puesto en evidencia diferentes errores en tal afirmación.
Además de los rostros de familiares de Peña Nieto, en los carteles se puede ver la imagen de Carlos Gotlib Micha y María José López Pérez, hijos de los periodistas Adela Micha y Joaquín López Dóriga, respectivamente, ambos trabajadores de Televisa.
Aunque recientemente la PGR anunció la identificación de Jhosivani Guerrero de la Cruz, uno más de los normalistas, a partir de los restos enviados a la Universidad de Innsbruck, Austria, peritos pertenecientes al Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) han señalado que la identificación no es científicamente contundente, además que existen serias dudas respecto al origen de los restos analizados.
Como en muchos otros casos (sino es que en la mayoría), la gente cree que si los desaparecidos de Ayotzinapa se tratarán de jóvenes provenientes de familias ricas, las investigaciones se realizarían con mayor rapidez y claridad… sin embargo, son estudiantes provienen de una escuela rural de uno de los estados más pobres del país. Y ya sabemos como van las cosas.