Por Diego Castañeda
Los precios del petróleo se encuentran, después de un largo periodo de tiempo, aproximándose al precio de 70 dólares por barril – una especie de barrera psicológica para algunos sectores de la economía-. La mezcla mexicana ronda los 59 dólares, un gran precio si se considera que hace apenas un par de años rondó por debajo de los 40.
Entre 2002 y 2014 aproximadamente, México disfrutó de una cuantiosa cantidad de recursos provenientes de la exportación de crudo, lo que se combinó la sobreexplotación del gobierno de Fox con precios por arriba de los 100 dólares. Como resultado, en esos 12 años México fue el tercer país que más recibió ganancias del petróleo detrás de Arabia Saudita y Rusia. A pesar de lo anterior, y muy tristemente, toda esta riqueza se despilfarroó entre dinero para los gobernadores (producto del nuevo pacto fiscal de Fox para poner de su lado a los gobiernos locales del PRI), incrementos importantes en la alta burocracia federal y seguramente una buena parte en el pandémico problema de la corrupción.
En lugar de esos sucesos, lo que debió suceder es que esos recursos fueran a parar un fondo soberano bien administrado, como el que muchos países tienen ( como Noruega o Chile con el cobre). Así, la riqueza del presente que se extraía se hubiera transformado en riqueza para el futuro, para que aquellas generaciones del mañana contaran con esa riqueza también. Hubiera sido de gran utilidad, por ejemplo, usar esos fondos para resolver el creciente problema de las pensiones o para proveer salud universal a todos los mexicanos.
No fue así y bien dice el dicho que no vale la pena llorar sobre la leche derramada (o, en este caso, el petróleo despilfarrado). Lo que debemos hacer es aprender la lección ahora que existe la posibilidad de que la renta petrolera incremente al incrementar los precios.
Una lección de suma importancia que parece que todo el mundo olvida es que los elevados precios del petróleo son una rareza cuando se les ve en el muy largo plazo. Al observar la evolución del precio del petróleo desde 1861 con el boom petrolero en Pensilvania en Estados Unidos hasta nuestros días lo más normal siempre ha sido tener precios bajos. De hecho precios como los de los últimos años para la mezcla mexicana alrededor de los 40 dólares por barril son más altos que lo que los precios desde 1870 hasta 1974.
Comprender esto quizá nos habría ayudado en su momento a buscar formas de ahorrar esos recursos y volverlos capital público para el futuro. El boom petrolero de principios del siglo XXI quizá no se vuelva a ver en un tiempo. Economistas como José Antonio Ocampo suelen referirse a estos periodos como 10 años de abundancia a cambio de 20 de crisis; no obstante, si los llegamos a volver a ver o incluso ahora con precios próximos a los 60 dólares debemos recordar que no es algo normal, algo a lo que debamos acostumbrarnos.
Pensar en el uso inteligente de este tipo de recursos naturales implica sacarlos de los ciclos presupuestarios o al menos limitarlos para poder generar ahorro de largo plazo. Esto por consecuencias lógicas implica depender más de impuestos directos como el ISR. México lleva más de 60 años de retraso en una verdadera reforma hacendaria progresiva, el mal uso que le hemos dado al petróleo, además de dilapidarlo, ha terminado por dañar nuestra democracia cortando la relación entre el gobierno que cobra impuestos (ya que los cobra mal) y los que los pagan (a nadie le gusta pagar de su cartera pero nadie parece darle importancia a reclamar dónde se gasta cuando sale del petróleo).
Así que ver que los precios del petróleo suben nos debe hacer reflexionar sobre los siguientes puntos:
- Como ahorita no somos productores netos y ahora somos importadores netos de petróleo a causa de las importaciones masivas de gasolina en dólares, la fuerte caída en la producción y la falta de inversión después de 3 años seguidos de recortes, un alza en los precios del petróleo se reflejará en mayores presiones para los precios de insumos como la gasolina y el gas. Esto pudiera reflejarse en mayor inflación (un choque de oferta) o si el gobierno decide intervenir como parece que será por ser año electoral podría terminar canalizando los mayores recursos de la venta de crudo a estabilizar por un tiempo esos precios. Es decir, a seguir repitiendo el error de los años anteriores y seguir tirando la riqueza petrolera.
- Dados los problemas fiscales que enfrenta el país al tener un espacio fiscal reducido, mayores precios del petróleo no deberían hacer que nos confiemos y cometamos errores como dejar de hacer esfuerzos para incrementar la recaudación o, peor aún, perder recaudación; por ejemplo, sería un grave error bajar impuestos bajo el pretexto de la reforma fiscal de Estados Unidos: el país no puede perder más espacio fiscal.
- Si pensamos en el futuro, algo que todos deberíamos hacer más, el asunto de las pensiones debe estar entre nuestras pesadillas más recurrentes. Exigir que instrumentos como el Fondo Mexicano del Petróleo se modifiquen para que sí ahorren debería ser una prioridad.
- Invertir en la transición energética debería también estar entre las prioridades de nuestro actuar en el presente. La riqueza que hoy tenemos debe servir también para que diversifiquemos nuestra matriz energética.
Si no comenzamos a tomarnos estos asuntos en serio, seguiremos viendo cómo desperdiciamos nuestra riqueza.
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Diego Castañeda es economista por la University of London.
Twitter: @diegocastaneda