¿Por qué me podrían importan las elecciones?
La respuesta puede ser muy compleja, pero uno de los elementos más sencillos es: para saber a quién le voy a entregar el varo de mis impuestos y saber qué hará con él. ¿Qué va a hacer determinado señor (y por supuesto, su partido) con mi dinero y con el de mis vecinos es importante, además, conocer qué servicios públicos me ofrece, si va a invertir en programas sociales, o si lo va a hacer en la infraestructura de mi ciudad o de mi pueblo (es decir, si nos van a poner caminos, alumbrado, nos van a construir puentes —y si de hecho necesitamos esos puentes, porque en ocasiones construyen cualquier cosa para justificarnos que están «haciendo cosas»), y muy importante también, ¿sus propuestas de políticas sociales son compatibles con mis valores y dirigen la convivencia hacia donde creo que es más conveniente?
Sabemos que el impuesto tiene que ver con, como lo dice su nombre, imposición, es decir, se te obliga a pagar algo, «supuestamente» con la garantía de que aspectos de tu vida regulados por las instituciones públicas van a funcionar, como la seguridad, la convivencia en los espacios públicos, es decir, que vas a poder convivir e interactuar con gente y que alguien procurará proveerte de los servicios que garanticen el bienestar de tu comunidad, además, es básico conocer que nos propone un candidato en el tema de salud, educación y alimentación; pertenecemos a un sistema donde la vida, la experiencia que significa estar vivo, se nos va en producir y consumir.
Este sistema se rige en gran parte por medio de decisiones políticas. El precio de lo que consumimos, los impuestos, la jornada laboral, qué se debe enseñar en la escuela, los servicios de salud, además de los derechos y deberes que tenemos. Todo esto depende de decisiones políticas.
El problema es que en el Congreso de la Unión el acuerdo más frecuente es, que se está de acuerdo en que no hay acuerdo, (a menos que toda una bancada de un partido esté de acuerdo), así, el control de la Asamblea Legislativa lo tienen los líderes de cada partido, líderes que son escogidos por ti, por cada voto, votos constantes y sonantes para favorecer fraudulentamente a ciertas minorías privilegiadas.
El caso de elecciones en México se distingue por la corrupción en todos los niveles, nuestro sistema electoral está en función de los intereses partidistas, se hacen visibles las perversiones de la partidocracia, la corrupción permea todos los aspectos de la red político-social del país. Los políticos en campaña, con su cara en las pancartas, todos tan sonrientes, cargando bebés, tomándose fotos conmovedoras de altruismo, proyectando una imagen muy distinta a lo que realmente son y convirtiendo el voto en un ejercicio limitado donde se escoge el menos malo o al de la foto bonita.
“Si votar cambiara algo, lo harían ilegal”, Emma Goldman
Esta frase en la que justificamos nuestra apatía política, tiene una lógica reduccionista, bajo la misma premisa, “si estudiar cambiara algo, lo harían ilegal“ “si leer cambiara algo, lo harían ilegal“ “si pintar cambiara algo, lo harían ilegal“ y de fondo, sabemos que cada una de estas acciones sí cambia algo, por ello, mejor votar antes de que lo prohiban, porque en retrospectiva histórica, la democracia, ha costado vidas, podemos mirar atrás y recordar cuando la gente era sometida a los designios de un tirano o los caprichos arbitrarios de los reyes, la gente simplemente no podía opinar y mucho menos designar a su gobernante.
El problema actual es que tendemos a delegar nuestras responsabilidades al punto de desinteresarnos de lo que ocurre, el típico «para eso están») y ese desinterés puede transformarse muy rápidamente en ignorancia, en desconocer que ocurre en nuestro entorno, porque una cosa es el hartazgo social (informado) y otra muy distinta la apatía del desconocimiento, nos encanta opinar de todo, hasta de lo que no sabemos. Tendemos a crear líneas de separación denominando a «la clase política» como si los demás no pudiéramos (por lo menos en teoría) participar de esa actividad.
“De lo que aquí se trata es de averiguar cómo tantos hombres, tantas ciudades y tantas naciones se sujetan a veces al yugo de un solo tirano, que no tiene mas poder que el que le quieren dar; que sólo puede molestarles mientras quieran soportarlo; que sólo sabe dañarles cuando prefieren sufrirlo que contradecirle“
Etienne de la Boétie
Así, el primer paso para involucrarnos es interesarnos e informarnos, participar políticamente, cuando se saben las cosas de la polis (ciudad), participar en política es participar en las cosas relativas al espacio en que vivimos. Otra etimología importante es la de República, «res» (palabra latina para cosa, asunto, tema) y «pública», la cosa pública, el tema popular, el que nos concierne y nos debe interesar a todos (Por ejemplo en el caso del aborto –que es un tema que le afecta a una gran cantidad de personas– si te gobierna un el PAN va a tener una postura al respecto y si te gobierna el PRD tendrá otra y ambas afectarán, realmente, la vida de muchas personas que viven en tu comunidad, es por eso que es tema de público y decidir con quién vas a discutirlo o quién llevará a cabo las políticas al respecto, es importante).
De esta manera, la información nos permite participar en el juego de la Democracia (sí ya sé, suena a spot del IFE, pero hay un punto), tristemente, es un juego en el que estamos inmersos. Las políticas de anular o abstenerse de votar difícilmente cambiarán las reglas del juego, (lo aprendimos a la mala, en 2006 hubo una campaña de abstencionismo, nos dimos cuenta que no votar es darle –en esa ocasión– un voto al PRI, ya que cada partido tiene su voto duro).
Entonces hay que hacer algo más, y mientras lo hacemos debemos decidir quién estará, con quién preferimos discutir para cambiar esas reglas ¿con fulano de tal de tal partido o fulano de tal de este otro? ¿qué tipo de postura tiene tal, de apertura? Pero bueno, lejos de que éste sea un post para empujarlos a la participación del voto, es un post que busca solamente que tomen en consideración varias series de elementos.
Anular el voto no cambia las cosas, pero reconocemos que es una forma de participación, es tomar uno de los recursos de protesta que tenemos, aunque en términos pragmáticos tiene un menor impacto, por ello, también podemos tomar los otros recursos que poco a poco las luchas sociales, nos han ido brindando (tanto electorales, como jurídicos, como de protesta).
¿Llamaremos a eso cobardía? ¿Llamaremos cobardes a los que así se dejan envilecer? Que dos, tres o cuatro personas no se defiendan de uno solo, extraña cosa es, mas no imposible porque puede faltarles el valor. Pero que ciento o mil sufran el yugo de Uno solo, ¿no debe atribuirse más bien a desprecio y apatía que a falta de voluntad y de ánimo?
Etienne de la Boétie