Aunque a muchos les cueste creerlo, hace un par de décadas se podía fumar en cualquier lugar. Ahora los fumadores tienen muchas restricciones y únicamente pueden echarse sus cigarrillos en espacios abiertos.
Sin embargo, hay un sitio cerrado en el que seguimos fumando, sin que seamos consientes de los riesgos contra la salud que esto representa: nuestras propias casas.
Sí, sabemos que cada quien es libre de hacer lo que se le pegue la gana dentro de su casa, siempre y cuando no dañe a terceros, y esto último es precisamente lo que sucede cuando nos echamos nuestros tabacos en el hogar.
Y es que de acuerdo a un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido), publicado por la revista especializada Tobacco Control, compartir casa con un fumador es “como vivir en ciudades fuertemente contaminadas, como Pekín”.
Para realizar el estudio, los investigadores compararon las concentraciones de las partículas en suspensión tanto en hogares de fumadores como en casas libres de tabaco. En total se analizaron 110 viviendas en Escocia. El resultado fue perturbador: Se detectaron 10 veces más partículas PM 2.5 en las viviendas de los fumadores, que en aquellas donde nadie fuma.
Dichas partículas pueden estar formadas por metales pesados, compuestos derivados de los cigarros o de la quema de combustibles fósiles (como carburante de autos o carbón industrial). Los efectos de estas partículas pueden ocasionar daños pulmonares, agravamiento del asma o la muerte prematura en las personas que tienen problemas cardíacos.
En una casa donde hay fumadores, las concentraciones de partículas PM 2.5 es de 31 microgramos por metro cúbico como media, y habitualmente alcanzan un máximo de 229. Si tenemos en cuenta que el Pekín estas partículas llegan a los 250, entonces nos daremos cuenta de lo poco saludable que es fumar en nuestra casa.
Y la peor parte la llevan quienes no fuman, pero viven en una casa en donde hay humo de tabaco, pues reciben el triple de la exposición de partículas PM 2.5 recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Alguien que no fuma que vive con personas que sí lo hacen, respirará aproximadamente 5.82 gramos de PM 2.5 en toda su vida.
¿Parece poco? En apariencia, pero tengamos en cuenta que hablamos de partículas de tamaño ínfimo, capaces de entrar en los pulmones y el torrente sanguíneo, lo que desencadena enfermedades cardiovasculares. Esto es lo equivalente a fumar un cigarro diario por todo un año… sin haber fumado realmente ni un cigarrillo.
El estudio, dirigido por el médico John Cherrie, afirma que si nadie fumara en un hogar, la cantidad de partículas nocivas inhaladas puede reducirse alrededor del 86%. Para él, invertir esto depende de todos:
“Creemos que los fumadores pueden hacer mucho para actuar de manera responsable y fumar fuera de su casa”.
Otras mediciones hechas por el epidemiólogo Esteve Fernández, director de la Unidad de Control del Tabaquismo del Instituto Catalán de Oncología, señalan que en los hogares españoles las concentraciones de partículas PM 2.5 son incluso mayores a las encontradas en el estudio realizado en Escocia, pues llegan a los 400 microgramos por metro cúbico, contra los 10 hallados en las casas libres de humo.
En México, las leyes antitabaco han ocasionado que los indices de exposición al tabaco se redujeran significativamente entre los visitantes a bares, restaurantes y espacios cerrados, sin embargo, aún falta hacer conciencia sobre la importancia de tampoco fumar en casa.
Si convertir tu hogar en una embajada de la contaminación de Pekín no es suficiente para que dejes el cigarro, ni tampoco afectar a quienes viven contigo, al menos hazlo por el ahorro que generarías en tu bolsillo. Si una cajetilla cuesta alrededor de 45 pesos y a la semana consumimos 3 (por vernos benévolos, pues sabemos que hay quien fuma mucho más), hablamos de que a la semana gastas 135 pesos en cigarros…
A la quincena 270 pesos…
Al mes 540 pesos…
Al año… 6,480 pesos…
Ahí te dejamos el dato.