El viernes de la semana pasada leía las columnas de opinión del Reforma (hasta la de Sergio Sarmiento, que aunque me caiga mal, siempre hay que saber los argumentos que tienen las personas que piensan lo contrario a nosotros) y me encontré con la de Villoro «Crítica de la pirámide» que resultó ponerme las cosas muy en claro sobre la manera en que opera el país y lo que debe pasar:
El escritor habla en su columna del ambiente de la FIL de Guadalajara, la más importante de nuestro idioma, y cómo se identificaban diferentes facetas de las personas que, de una u otra manera, pedían que en nuestro país se termine con la impunidad y la corrupción.
Ayotzinapa era el tema con el que se abrían y cerraban los actos… la gente pasaba de las discusiones privadas a la manifestación pública de un momento al otro en un país en el que se está legislando para criminalizar la protesta.
Pero lo central en las palabras del Villoro es la manera en que nos muestra la manera tan extraña con la que reacciona el Estado mexicano ante la movilización de la sociedad.
El gobierno actual ha mostrado una falta de flexibilidad a pesar de que cada vez son más las personas que están descontentas con su actuar ante la crisis que la desaparición de los 43 estudiantes normalistas nos ha mostrado que existe.
La desaparición de esos 43 jóvenes ha comprobado, a nosotros y al mundo entero, algo importante: tenemos un gran problema orgánico, un problema en la manera en como se hace política en el país… para decirlo pronto, México ya no puede seguir como está.
Según Villoro “Maquillar el desastre -los subsidios como paliativos, la propaganda como mitología del poder- o prometer futuros -reformas a las reformas- ya no funciona”. A la ciudadanía mexicana ya le urge transitar a la legalidad y el principal interesado en ampliar la participación ciudadana debería ser el propio gobierno. El escritor cita al erudito mexicano Jesús Reyes Heroles quien dijo «lo que resiste apoya», es decir, en una democracia la oposición tiene siempre un papel importante.
Pero esto no parece que esté en la agenda presidencial, los puntos para combatir la inseguridad de Peña Nieto pasan por alto la ya más que necesaria ciudadanización de la política mexicana. Sus medida no salen de un diálogo con la sociedad que está inconforme, sino como una decisión vertical del poder (o piramidal, de la punta hacia la base).
Villoro recuerda que ya Octavio Paz había descrito con gran maestría el ejercicio piramidal y patrimonial del poder en México.
«La sujeción de las mayorías ha servido para enriquecer a la cúpula y permitir que la dominación se preserve a través de proyectos rotativos. Poco importa que la ideología del PRI sea, según las conveniencias de turno, nacionalista, liberal o “liberal social”; lo decisivo es que perpetúe el predominio de una clase política a la ciudadanía»
Pero esto no es un problema solo de las cúpulas del poder que están en al administración, también es un problema que aqueja a los opositores convencidos de que todo se resuelve desde arriba, los que se conforman con pedir la renuncia de Peña:
«El verdadero desafío no es sustituir al tlatoani en la pirámide, sino, desmontar ese edificio premoderno»
El texto de Octavio Paz «Crítica a la Pirámide» nos deja entender que el camino a una transformación en el país proviene del cambio de la organización piramidal, a la organización horizontal y colectiva, ajena de la autoritaria teocracia donde la solución viene «desde arriba».
Villoro recupera unas palabras de Paz dichas hace varios años, pero que nos hace recordar lo que pasó hace dos. Una de las principales críticas contra el #YoSoy132 fue que no tenían líderes, ni los medios de comunicación, ni las instituciones políticas sabían cómo interactuar con el movimiento ya que estaban acostumbrados a que todo fuera en estructura de pirámide.
Tal fue su desesperación por no tener una cabeza que cortar que terminaron instituyendo líderes como Attolini, quien no era más que un vocero de su propia asamblea local…cosa que no les importó, lo alzaron y luego lo tumbaron para quitarle legitimidad al movimiento. Creyeron que así se zanjaría el problema de las protestas.
Pero el 132 logró varias cosas a pesar de los ataques que sufrió, una de las más importantes fue el debate ciudadano al que fueron todos los candidatos presidenciales…bueno, todos menos uno: Peña Nieto.
Pero Peña Nieto no es el problema, parece que todo su equipo no entiende la manera de manejar la situación en el país. El ahora secretario de Energía llamó a los jóvenes de la Ibero que protestaron contra su candidato «porros» y los trató de deslegetimar mostrando, así, que estaba hecho a la vieja usanza del PRI y no a la manera democrática que México necesita.
Recuerdo que después del 132 la gente se preguntaba “¿Qué sigue?”. Ahora lo sabemos, lo que seguía era no quitar el dedo del renglón, y es lo que la sociedad ha demostrado, que están preocupados por el futuro que podría tener nuestro país y quieren que su opinión sea tomada en cuenta.
Y así han sucedido varias protestas en estos dos años, cada reforma levanto a sectores (tanto a la CNTE que criticaba la reforma educativa como otros sectores que pedían que se quitarán las peores partes de la invasiva #LeyTelecom). Los jóvenes del IPN son los que hasta ahora pudieron recoger frutos concretos del diálogo que obligaron al gobierno a sostener con ellos.
Y es que en México se necesita cada vez más el empoderamiento de la ciudadanía, y la limitación a los excesos de los políticos que viven en una enajenada «clase política» (clase que, por cierto, no debería existir, pues equivale a una especie de aristocracia perversa en un país que se supone es democrático y republicano).
Necesitamos que escuchen cómo nos afectan sus decisiones y crear organismos que impongan límites y revisen el adecuado actuar de las instituciones del país (desde consejos ciudadanos o vecinales, hasta organismos que revisen las declaraciones patrimoniales de los funcionarios y sus familias).
Si la actual administración se empeña en vivir en la lógica de la pirámide, parece que nunca podrán escuchar los gritos de las víctimas del sistema corrupto que nos gobierna…eso podría ser un peligro hasta para ellos mismos.
«En un país al borde de las llamas, el Presidente quiere llevar combustible a todas partes»
Villoro sabe que huele a gas en nuestro país y si nadie atiende la fuga de manera adecuada, cualquier chispa podría hacer que nada de esto termine bien. Hagamos que la actual administración entienda que ya es hora de que una verdadera democracia ciudadana se instaure en el país.
@Filosofastrillo para @plumasatomicas