Lo siguiente es ejemplo de cómo en algunas latitudes del mundo la justicia demora, pero se hace presente.
Tras pasar décadas como figura principal de la política en Guatemala, ayer el ex dictador Efraín Ríos Montt recibió una condena que se ve difícil pueda cumplir -80 años en prisión-, pero que representa el castigo por genocidio contra la etnia itxil y delitos de lesa humanidad.
Mientras la defensa de Ríos Montt ya anunció que apelará la decisión del tribunal guatemalteco que se encargó del juicio, ya se ha hecho saber que el ex dictador no podrá cumplir su pena en “detención domiciliar”.
Aquí el momento en que se informó la condena… definitivamente no es muy popular en su tierra:
Todo lo anterior pudiera parecer duro para un hombre de 86 años –edad de Ríos Montt-, pero después de conocer parcialmente lo cometido por el guatemalteco, la verdad le salió “barato”:
“Hubo niños que fueron apresados y trasladados a otras localidades”, además no hizo nada por frenar la quema de cosechas y matazón de animales, esto con la finalidad de matar de hambre a las comunidades indígenas que eran acusadas de apoyar a la guerrilla que combatía a Ríos Montt. También permitió violaciones multitudinarias a mujeres, las cuales eran presenciadas por los maridos, hijos y a veces por toda la comunidad, “y no las detuvo, a pesar de tener todo el poder para hacerlo por ser la máxima autoridad militar”, señaló la juez encargada de hacerle saber el veredicto.
De esta forma, Ríos Montt estará guardado “50 años por los delitos de genocidio y 30 años por los delitos de lesa humanidad, a ser cumplidos inmediatamente en el centro de reclusión que sea definido por las autoridades”, algo que la comunidad indígena en Guatemala agradece. En imagen la Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú.