“No gobierno para la popularidad, no decidí llegar a la Presidencia para buscar en todo momento y a toda costa altos niveles de popularidad, sino para impulsar un cambio que sea positivo para el país”, declaró el presidente Enrique Peña Nieto el pasado 1 de septiembre durante aquel sui generis encuentro con jóvenes mientras rendía su Cuarto Informe de Gobierno. Sobre el gasolinazo, una de las decisiones que más han mermado sus niveles de aprobación, el mandatario señaló a principios de enero que entendía lo difícil que es separar la razón de las emociones, pero que “no es correcto gobernar a partir de ficciones o mentiras (…) en ocasiones se debe optar por el mal menor y éste es el caso”.
En marzo, durante el aniversario del PRI y aparentemente resignado, EPN dijo que entendía que la “popularidad es efímera“. Aquella declaración la hizo desde el fondo de la popularidad: sólo 12% de la población aprobaba su mandato entonces, de acuerdo con la encuesta del periódico Reforma. El presidente Peña Nieto ha repetido a ultranza la frase “las cosas buenas no se cuentan, pero cuentan mucho”. Aunque suene a cliché, parece que a tres meses de la implementación del impopular gasolinazo, EPN ve alguna lucecilla al final del túnel (nota: “aunque suene a cliché” es el más execrable de los clichés.).
Según la más reciente encuesta del diario El Universal, los niveles de aprobación del mandatario mexicano han tenido un ligero repunte respecto a anteriores mediciones. El estudio, realizado en conjunto con la firma Buendía y Laredo, Indica que 21% de la ciudadanía aprueba mucho o algo la gestión del presidente Peña Nieto, mientras que 73% reprueba mucho o algo la administración del político priista. Más de la mitad de los consultados por la publicación aseguraron que su situación familiar es, incluso, peor que cuando inició el sexenio de EPN. “Los indicadores de desempeño presidencial muestran una población pesimista que castiga al presidente por el rumbo que lleva el país y por el aumento a los precios de los combustibles”, sentencia el periódico.
Ahhh, pero a principio del sexenio de Peña Nieto
Para 2013, el presidente Enrique Peña Nieto era el político más popular. O eso, al menos, es lo que afirmaba el diario Excélsior. De acuerdo con la encuesta realizada en conjunto con la firma BGC, EPN era el político más popular de México y del que mejor opinión tenían los consultados. “Prácticamente todos saben de él y cerca de la mitad de la población lo tiene en buen concepto”, sintetizaba Excélsior entonces. El presidente, según el ejercicio, sólo estaba por debajo del Papa Francisco en niveles de popularidad y aprobación. Qué rápido cambian las cosas. ¿Alguien se acuerda del infame “Peña, bombón, te quiero en mi colchón”? Qué lejanas se ven esas épocas de vítores y alabanzas.