Se podrán hacer añicos públicamente, pero nunca podrán lastimarse. Entre políticos podrán despedazarse, pero nunca se harán daño. Se pueden decir de todo —literalmente de todo— a través de los medios de comunicación. Que si uno se robó chorromil millones. Que si a al otro lo patrocina tal personaje impresentable. Que si uno es corrupto. Que si el otro es un aprovechado. Al final, y aunque suene al más convencional de los clichés, todos los políticos están cortados por la misma tijerita. Eso quedó demostrado, por si faltase alguna prueba, tras el periscopeo de la delegada Xóchitl Gálvez en marzo pasado. La jefa delegacional de Miguel Hidalgo mostró en tiempo real cómo era una fiesta del panista Diego Fernández de Cevallos: una reunión que congregó a personajes de alto nivel de todos los ámbitos de la sociedad mexicana. Lo mismo estaban los expresidentes Carlos Salinas de Gortari y Felipe Calderón Hinojosa, como el empresario Carlos Slim o el cardenal Norberto Rivera Carrera.

La imagen, que bien podría rememorar a una postal salida del salón de La Legión del Mal, se repitió este sábado 20 de mayo durante la boda de Paulina Romero, hija del dirigente del sindicato petrolero y senador Carlos Romero Deschamps. El periódico Reforma logró documentar la asistencia de varios de los invitados a tan selecto jolgorio. Al evento llegaron personajes como el jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa; Enrique Ochoa Reza, presidente nacional del PRI; Jesús Murillo Karam, exprocurador General de la República; René Juárez, subsecretario de Gobernación; el mismísimo Jefe Diego; José Antonio González Anaya, director de Pemex; y el presidente del Senado de la República, Pablo Escudero Morales. La crème de la crème, pues. Aunque no hay confirmación oficial, la “verdad histórica” indica que en la ceremonia se perdieron varias carteras.

Foto: Reforma

Resulta curioso que algunos de estos personajes, que se han asumido a sí mismos como apóstoles contra la corrupción y la impunidad (*cof cof Ochoa Reza cof cof*) estén vinculados a personalidades tan turbias como el dirigente del sindicato de Pemex. Sólo basta poner su nombre en Google para encontrar denuncias y acusaciones contra él y su familia. Una tras otra. Denuncias por racimos.

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