Los mexicanos somos un enigma. Siempre estamos “no, es que no me alcanza”, cuando al salario nos referimos… pero -secretamente- algunos no dejan de bendecir su suerte al tener un empleo Godínez que, aunque mal pagado, es mejor que andar toreando los operativos que se hacen para erradicar a vendedores ambulantes. Es decir: se prefiere la formalidad sobre la informalidad.
Por otra parte, los trabajadores informales, a los que siempre vemos bien contentotes por ser “sus propios jefes” (supuestamente) y, a veces ganar hasta más que un profesionista, aceptan que estarían dispuestos a sacrificar sus ingresos con tal de tener la seguridad que ofrece empleo formal (también, supuestamente):
Lo anterior se desprende de la sexta encuesta nacional que elabora la Asociación Méxicana de Afores (Amafore), con la cual se puede concluir que
La formalidad sí es una aspiración para la mayoría de los trabajadores en México, pues 75% de quienes se encuentran en la informalidad dice estar dispuesto a cambiarse a un empleo con seguridad social o prestaciones y menos de la mitad (45%) de quienes ya la tienen, renunciaría a ellas para trabajar por su cuenta”.
De acuerdo con La Jornada, el presidente de Amafore, Carlos Noriega, señaló que un factor determinante para que tanto formales como informales aspiren a por un trabajo fijo, es el contar con una pensión. Los primeros -señala Noriega- asocian el retiro con una emoción de tranquilidad y felicidad, mientras que los segundos con preocupación.
La encuesta también revela que no son pocos los mexicanos que se han desempeñado en ambos bandos: tanto en lo formal como en lo informal. Según los resultados, 45% de esos Godínez que ahora vemos tomando capuchinos unicornio, antes echaban gritaban “llévele, llévele”. Pero, aunque todos reconocen las bondades de contar con la seguridad social que ofrece un empleo formal, parece que la tendencia va en dirección contraria: 52% de quienes ahora trabajan en la informalidad, antes tuvieron un empleo formal.
Eso sí… algo que todo mundo reconoce de la informalidad es el poder de organizar el tiempo a placer, sobre todo para dedicarlo a las actividades privadas.