La polémica se ha encendido en varias ciudades costeras de Europa, después de que el alcalde de Cannes decidiera prohibir el uso de los burkinis en la Riviera Francesa.
El burkini es un traje de baño especialmente diseñado para mujeres musulmanas, que sólo deja al descubierto la cara, las manos y los pies. Salió al mercado por primera vez en 2003, fue creado por la diseñadora australiana de origen libanés Aheda Zanneti. Rápidamente se convirtió en un éxito de ventas, despachando más de 9 mil burkinis al mes con un precio aproximado a los 100 euros.
Sin embargo, en fechas recientes el burkini se ha convertido en la prenda que mejor representa la polarización y discriminación que se vive en torno a los musulmanes en diversas partes del mundo.
Apenas la semana pasada, el Alcalde de Cannes decretó una prohibición para que las mujeres puedan vestir burkinis en las playas de las costa francesa, aduciendo temas de seguridad y señalando que esta prenda “manifiesta de forma ostentosa una pertenencia religiosa, cuando Francia y los lugares de culto religioso son objetivo de ataques terroristas, lo que puede provocar disturbios del orden público”.
Por su parte, el director general de servicios del ayuntamiento ha ido mucho más lejos declarando que el burkini es una señal de adhesión al yihad y que además plantea problemas de higiene.
Pero Cannes no es la única costa que ha decidido legislar en torno al burkini, pues Marruecos se ha unido a la prohibición de esta prenda. En África han llegado al punto en el que los hoteles y/o balnearios niegan el acceso a las mujeres que usen la polémica prenda.
Mientras tanto, la localidad de Córcega también decidió adoptar la prohibición, luego de que el fin de semana se registraran diversos enfrentamientos entre jóvenes de la isla y familias musulmanas, en los que resultaron heridas cinco personas.
La del burkini no es la primera prohibición que impone el gobierno francés a la vestimenta de los musulmanes, pues recordemos que en 2010, el gobierno de Nicolas Sarkozy aprobó la ley sobre el velo integral, con la que se prohíbe el ocultamiento de la cara en espacios públicos por razones de seguridad.
Sin embargo, en el caso del burkini se cubre todo el cuerpo, dejando la cara descubierta.
Por si fuera poco, la diseñadora Aheda Zanneti ha señalado que cerca de 35% de las ventas de burkinis se dan entre mujeres que no son musulmanas, pero que desean proteger su cuerpo de los rayos del sol.
Las medidas de prohibición contra el burkini son, sin lugar a dudas, polémicas y exhiben una especie de racismo y discriminación contra los musulmanes encubierta por “razones de seguridad”.
Más allá de las regulaciones están las interpretaciones, que son las que pueden generar verdadero malestar entre la población, pues en dado caso y en términos de seguridad… ¿cuál sería la diferencia entre un traje de buzo y un burkini?
Y si la preocupación es por los temas de higiene, ¿no valdría la pena regular también la ingesta de alimentos y bebidas en playas y balnearios?