Sam Kanizay es un joven australiano de 16 años que sufrió una pesadilla como sacada de la más estridente película clase B. El pasado sábado 5 de agosto, el adolescente se encontraba remojando sus extremidades inferiores en la playa Dendy Street, localizada al sur de Melbourne, después de una práctica de futbol. Hasta ahí todo normal. Todo cambió cuando decidió salirse del agua: Sam tenía las piernas cubiertas por lo que su familia describió como “diminutas criaturas marinas” que le estaban comiendo las piernas. El protagonista de este sangriento episodio fue trasladado a un hospital donde los doctores buscaban dar con una explicación para sus misteriosas heridas. Jarrod Kanizay, padre del menor, decidió realizar su propia investigación; tomó una red de pesca, llevo consigo un pedazo de carne fresca y volvió a aquella playa en la que Sam fue mordisqueado. Jarrod logró capturar a cientos de estos animalitos que creía responsables del ataque contra su hijo.
“He capturado algunos insectos durante la noche en la bahía. He puesto carne en una red y se han aferrado a ella (…) Lo que está realmente claro es que estas pequeñas cosas realmente aman la carne“, afirmó el padre de Sam en una grabación donde muestra el accionar de estas sanguinarias criaturitas. En el video se puede observar cómo se alimentan estos animales comecarne. Alistair Poore, experto de la Universidad de Nueva Gales del Sur, declaró al diario británico The Guardian que nunca había visto un caso de esta naturaleza. Según el especialista en marinos invertebrados, la agresión podría haber sido causada por piojos de mar, aunque en su opinión, un gran número de estos especímenes tendrían que haber atacado para lograr un sangrado tan profuso.
Por su parte, Richard Reina, profesor de la Escuela de Ciencias Biológicas de la Universidad de Monash, indicó que, en efecto, las heridas fueron causadas por piojos de mar, aunque el caso es bastante raro. Según el profesor, cuando este tipo de incidentes ocurren, basta con sacudirse, moverse o salirse del agua para que “no haya consecuencias“. Reina sospecha que Sam no se movió por un periodo sostenido y de ahí que los piojos de mar se dieron un festín. La hipótesis del científico es que sólo un par de criaturitas comecarne empezaron a masticar los pies del joven y que, después de que la sangre se regara, llegaron otros a servirse del banquete de sangre. “Son muy buenos buscando comida“, aseguró el profesor Reina.
El adolescente declaró que había sentido un tipo de hormigueo cuando tenía las piernas dentro del agua, pero que pensaba que se trataba de una reacción tras jugar futbol. “Mi primer instinto fue que debí haber pisado una roca (…) pero me di cuenta de que no podía ser así, porque (el dolor) estaba distribuido de manera uniforme por todo el tobillo y el pie“, aseguró Sam a la agencia Fairfax Media.