Hace tres días, casi un centenar de personas fueron arrolladas en un espectáculo de «monster trucks», este martes falleció la novena víctima. El piloto expuso que la empresa que lo contrató lo obligó a mentir.
La Fiscalía General de Chihuahua informó que integró un equipo de especialistas de diversas áreas para dar seguimiento a las investigaciones del caso.
Y es que es algo difícil: para empezar, se tiene al chofer del tal «monster truck» pero los dueños de la empresa que organizó el espectáculo siguen sin ser localizados, a pesar de que, hasta ahora, sólo se les han girado órdenes de presentación, así mismo, se giraron estas órdenes a los funcionarios municipales relacionados con la seguridad y planeación del evento para que testifiquen.
La última muerte (la novena que ha dejado esta tragedia y que se trata de una señora de 53 años) ha aumentado los cargos en contra de Francisco Velázquez Samaniego, piloto del vehículo, al cual se le imputan los delitos de homicidio, lesiones y daños, los tres en grado imprudencial.
La representación social sostuvo que Velázquez actuó con negligencia al desarrollar su espectáculo a pesar de que el lugar no contaba con las medidas necesarias…. ¡Un momento! ¿Autoridades permitieron que un espectáculo de una peligrosidad como el de este tipo se realizara en un recinto que no cumplía con los requerimientos?…. ¡Un momento! ¿los dueños continuaron con la realización del evento a pesar de que el lugar no contaba con las medidas de seguridad necesarias? ¿Por qué ahora la culpa es sólo del chofer?
Además se le reprochó al chofer -a pesar de ser el último eslabón de la cadena- que ya no tenía la edad adecuada (tiene 51 años) para participar en exhibiciones extremas (¿y quiénes fueron los que lo dejaron conducir?).
Un argumento es que comprobaron que había consumido alcohol el día del incidente, pero la prueba comprobó que tenía un 0.1 de alcohol, dicha cantidad es permitida por la ley.
El chofer pidió que se le permitiera ejercer su derecho a declarar y dio testimonio de que él nunca cambió la ruta de la camioneta y que fue presionado por su empresa para que sostuviera que había consumido alcohol antes del espectáculo y que había cambiado dicha ruta.
Expresó que él sólo era mecánico automotriz, que en ningún momento manifestó que se desempeñara como chofer de espectáculos extremos y que sólo había estudiado hasta tercero de secundaria.
Un tal Eliot Castillo de la empresa Demolition Show, fue el que le pidió al chofer, según su propio testimonio, que diera la versión de que había tomado muchas cervezas antes del espectáculo y que había hecho acrobacias que no estaban previstas.
Los funcionario municipales y directivos del comité organizador, por otro lado, arguyeron que el chofer «por razones desconocidas» había realizado maniobras que no estaban contempladas en el espectáculo.
Pero, si el señor hubiera cambiado la ruta o las acrobacias, de todos modos, en un espectáculo seguro, no hubiera pasado gran cosa, a lo mucho se hubiera lastimado él. La cosa y el gran problema aquí es que se saltaron las medidas de seguridad. Eso debería ser lo que se persiga.
