Seguramente has visto la controvertida pintura “El Origen del Mundo” de Gustave Courbet, que muestra en un provocativo acercamiento los genitales femeninos. La artista originaria de Luxemburgo, Deborah de Robertis, conmocionó al mundo al exponer sus propios genitales frente a la famosa pintura.
El performance se llama “Espejo del Origen” y fue realizado en el Musée d’Orsay, en París, donde se encuentra la pintura de Courbet, sin el consentimiento de las autoridades del museo y sin anuncio previo. Entre aplausos, la artista fue sacada “por exhibicionismo” por acción del cuerpo de seguridad del Museo. Los dirigentes de la institución aseguraron que presentarían cargos ante las autoridades correspondientes.
La lectura más evidente de lo que hizo de Robertis sugiere un desdoblamiento de “El Origen del Mundo” en clave paródica (donde la acción de los guardias es parte del performance), en donde el mundo del arte y los museos quedan en “entredicho”. Adicionalmente, permite proyectar una nueva visión de la famosa pintura de Courbet. Según las propias palabras de Deborah de Robertis:
“Si ignoras el contexto, podrías entender este performance como un simple acto de exhibicionismo, pero lo que yo hice no fue un acto impulsivo. Existe una grieta en la historia del arte: la ausencia del punto de vista del objeto que se mira. En esta pintura realista, el pintor muestra las piernas abiertas, pero la vagina permanece cerrada. Él no revela el agujero, o lo que podría llamarse el ojo. No estoy mostrando mi vagina, sino que trato de revelar lo que no se ve en la pintura, el ojo de la vagina, el hoyo negro, el ojo oculto, el abismo que, más allá de la carne, se refiere al infinito, al origen del origen”
En tal lectura, la pintura de Courbet muestra a los genitales femeninos como un origen pasivo, una suerte de objeto generador que no devuelve la mirada. De Robertis, por su parte, trata de poner un espejo frente a la pintura y mostrar un ojo que en efecto mira de vuelta. No se trata de un origen pasivo, sino de un infinito que envuelve a la vagina de un halo divino, activo, creador. En otras palabras, “El Origen del Mundo” podría ver a la vagina como “el medio por el cual actúa dios”, mientras que el “Espejo del Origen” hace de los genitales “una diosa en sí mismos”.
Sin duda las autoridades del museo actuaron tal y como de Robertis lo hubiera deseado. En un artículo en el Huffington Post, Katherine Brooks señala la relación entre este performance y los carteles de Guerrilla Girls. En especial uno de ellos, en el que se lee:
“¿Las mujeres tienen que estar desnudas para entrar al Museo Met [de Nueva York]? Menos del 5% de los artistas en la sección de arte del Museo son mujeres, pero más del 85% de los desnudos son femeninos”
De manera que la artista mostró una mirada de regreso que en parte es generadora y en parte reprocha. ¿Será que el Museo de Orsay se deleita mirando la vagina, pero no tolera que ésta lo mire de regreso? ¿Qué nos dice esto sobre las mujeres en el arte actualmente?