Por Esteban Illades
La semana pasada, quisiéramos o no, todos los mexicanos nos enteramos de que Justin Trudeau vino en visita oficial al país. El primer ministro canadiense estuvo dos días en México, y su visita llamó la atención no por lo que él hizo o dijo, sino por cómo respondieron la prensa y los políticos mexicanos ante él.
El mensaje de Trudeau fue políticamente correcto, lo que se esperaba en relación con las negociaciones del Tratado de Libre Comercio de America del Norte (TLCAN), que por estas fechas se encuentran en su cuarta ronda, pero amenazadas por los manotazos de Trump. Trudeau dijo lo que se esperaba, que se debía modernizar el TLCAN de manera justa, que la equidad de género es un reto que debe enfrentarse… lo que acostumbran los políticos en este tipo de visitas (salvo Donald Trump, claro está).
Y México lo recibió con brazos abiertos. Como si fuera una celebridad más que un político, como si fuera el portador de la verdad absoluta. No por nada el senado rompió en aplausos cuando Trudeau habló de la igualdad de género: era como si los senadores escucharan el concepto por primera vez en su vida (seguro algunos sí).
La prensa mexicana se fue por el mismo camino. En uno de los pocos eventos en los que el presidente mexicano recibe preguntas –en general sólo da mensajes, sin posibilidad de réplica o elaboración–, los medios no supieron hacer su trabajo. Hubo una pregunta en la que se le pidió al presidente Peña que especulara sobre si Trump en efecto sacaría a Estados Unidos del TLCAN. Y ya. Por lo demás, el momento de la conferencia, y de vergüenza nacional, fue la “yo más que una pregunta quiero una foto” de Maru Rojas, reportera de Radio Fórmula.
A continuación lo que dijo, según la transcripción oficial del gobierno mexicano:
“Al Primer Ministro, solamente agradecerle y también darle la bienvenida. Me sumo al agradecimiento. Hemos visto, en los recorridos que hace el Presidente, las casas de campaña y la ayuda ha mandado Canadá. Pero en esta ocasión las preguntas son para el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto. Qué ha tenido que pasar en 32 años para que ahora sí se acepte la ayuda internacional que no se aceptó en 1985, ante un sismo muy similar, quizá más fuerte ahora. Y, también, señor Presidente, porque no hemos tenido la oportunidad de platicar de este tema, cuál sería la postura de México ante los acontecimientos en Cataluña, España, y lástima que el protocolo no nos lo permite, pero si no yo pediría una foto con el Primer Ministro. Gracias”.
Vayamos por partes: 1) La primera pregunta en mucho tiempo de prensa a presidente y le preguntan sobre Cataluña. No sobre qué se discutió en la reunión, no sobre los planes de México y Canadá rumbo a las negociaciones del TLCAN. Nada sobre el país y mucho menos sobre el papel que juega la industria minera canadiense en México (más sobre eso en los siguientes párrafos). Nada de eso, no. Adulación al primer ministro y de paso una petición de la foto del evento.
Que, tristemente, sí se llevó a cabo.
EL EFECTO TRUDEAU
[Vía @ElFinancieroTv] pic.twitter.com/6Gap7hXkWt
— Risco (@jrisco) October 13, 2017
AND SHE DID IT … pic.twitter.com/MVAXGYVZhk
— Risco (@jrisco) October 13, 2017
Aquí es necesario dejar algo muy claro: el papel de la prensa, en particular la que cubre temas de gobierno, jamás debe ser de fan o de groupie. El periodismo –no se rían, aunque vivamos en México– debe ser el arma con la cual la sociedad vigile al gobierno y al Estado: sin un buen periodismo es imposible saber qué sucede, a qué hay que poner atención y, más importante aún, poder pedir que se rindan cuentas. Por eso los medios deben, deben, deben, ser independientes.
Sin embargo, el caso de Maru Rojas mostró todo lo contrario: una reportera mucho más preocupada por caerle bien a quien cubre –por eso tantas gracias al presidente– y por sacarse la foto con un político que viene de visita.
(Lo mismo ocurrió con Malala hace unas semanas, hubo muchísimos periodistas que se sacaron fotos con ella y las presumieron, como si fueran a una firma de autógrafos y no a hacer su trabajo.)
Dirá uno que qué importa, que Maru Rojas está en su derecho. Pero piensen en eso la próxima vez que la escuchen en la radio. Si informa de algo o sólo está dando a conocer lo que el gobierno quiere. Si es reportera o alguien que se dedica a las relaciones públicas. Porque ella claramente no lo sabe.
Y qué decir de los senadores, que dejaron todavía más en el suelo el nombre del país. Por ejemplo, Andrea García, del PAN, que representa a Tamaulipas en el Senado.
Aplaudo el compromiso de un líder internacional como @JustinTrudeau con los derechos de las mujeres, tal como lo dijo en el @senadomexicano pic.twitter.com/QsJkEL3N9k
— Andrea García (@AndreaGarcia_MX) October 13, 2017
La selfie en lugar de la política. La foto con Justin Bieber, perdón, Trudeau, en lugar de algún tipo de relación diplomática. El Senado, el órgano que lleva la política exterior del país, rindiéndose ante los pies de Trudeau porque está guapo.
Mientras tanto, las mineras canadienses, que han contaminado el agua de poblaciones enteras en Zacatecas, que utilizan México como un paraíso fiscal al hacer maniobras para pagar la menor cantidad posible de impuestos –en un país en el que controlan 74% de las compañías del ramo, por cierto–, de eso nada. Del cianuro que utilizan en la extracción de minerales, nada. Ni una pregunta de la prensa, ni un reclamo del Senado.
Sólo selfies y fotos. A eso se dedica nuestro gobierno y a eso se dedican nuestros medios, los supuestamente encargados de vigilarlos.
Si de algo sirvió la visita de Trudeau fue para exhibirnos una vez más. Un gobierno que no le exige cuentas a los demás porque seguro ni sabe qué hacen en su país, y una prensa más preocupada por la foto pa’l feis que por informar a la sociedad.
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