Por Esteban Illades
Este sábado por la tarde, la Cámara de Diputados recibió el paquete económico para el próximo año que elaboró el gobierno federal. El paquete incluye tanto presupuesto de ingresos como egresos; es decir, cuánto dinero espera recibir el gobierno y cómo, y cuánto dinero piensa gastar y cómo.
La entrega del presupuesto este año era de particular importancia porque nos iba a decir –y nos dijo– qué plan tiene Andrés Manuel López Obrador para su primer año de gobierno, y hacia dónde quiere enfilarlo en el futuro.
A continuación, algunos de los aspectos más relevantes de los documentos.
La base
El gobierno federal espera gastar menos el próximo año que éste, tal y como prometió desde la campaña. El cálculo es un 0.2% menos, que si bien no suena a mucho, implica grandes recortes. Más si se espera una economía mundial difícil para el próximo año. De hecho, el barril de petróleo, fundamental para hacer un cálculo de cuánto se puede gastar, está calculado en 55 dólares, cuando este año se tasó en 62. El precio del dólar está a 20 pesos en las expectativas, al igual que en 2018.
Sin embargo, ambos cálculos pueden ser optimistas. Esta semana el petróleo mexicano está a 52 dólares por barril, y el dólar a 20.10. Aun así, no parece descabellado lo planteado como base para elaborar el presupuesto. Hasta ahí no tan mal.
Lo bueno
Tal y como dijo el presidente, es un presupuesto austero. Después de que el gobierno anterior aumentara la deuda y no mostrara un beneficio a partir de ello, no es mala idea reducir el gasto. Salvo que lo ideal sería que esa disminución viniera aparejada de un aumento de ingresos, cosa que no está en el radar. A la larga el gobierno piensa que con mayor gasto en petróleo –explotación, refinación–, tendrá más dinero. Eso, sobra decirlo, no es realista. Lo que se necesitaría sería un aumento de impuestos, pero AMLO ya dijo que en los primeros tres años de su administración esto no sucederá. (Sí, pagar más impuestos es mejor, aunque suene contraintuitivo.)
Pero se supone que estamos hablando de lo bueno: el gobierno gastará de forma prioritaria en dos áreas: pensiones para adultos mayores y becas para los jóvenes. La idea detrás es que en un país pobre, con alta tasa de deserción escolar y aumento del crimen organizado, este tipo de becas alejen a los jóvenes de malos pasos. Y puede funcionar. El asunto es que se deberían hacer pruebas piloto antes de lanzar un programa tan ambicioso y que incluirá grandes gastos de dinero. Porque no se sabe bien a bien si en efecto funcionará esta gran apuesta.
Lo malo
El medio ambiente es inexistente para la próxima administración. Aunque se prevé el famoso proyecto de la siembra de un millón de árboles maderables, esto no soluciona ni de cerca nuestros problemas ambientales. En cambio, el gasto en el rubro disminuye en su totalidad casi 30%, de los recortes más fuertes en toda la administración pública federal.
A esto habría que sumarle que el Tren Maya, cuyos estudios ambientales aún no se realizan, también recibe una fuerte cantidad de dinero.
Y también hay que añadir una cosa más: el aumento de presupuesto a Pemex. El presidente sostiene que México debe producir más petróleo y ser autosustentable en materia energética. Pero meterle más dinero implica un mayor problema ambiental.
El gobierno parece no creer en que el cambio climático sea importante. O incluso que exista, a juzgar por estas inversiones.
Aumento de presupuesto a Secretaría de Defensa pero disminución a Procuraduría General: la estrategia, sabemos, es enviar más soldados a la calle, cosa que, se ha demostrado, no funciona. A la par, en lugar de fortalecer a una institución que está en los huesos, como la PGR, se le lastima aún más. No pinta bien.
Lo preocupante
La disminución de presupuesto a las universidades públicas. La UNAM, contrario a lo que se esperaba, recibió un recorte de cerca del 6%. Otros centros de investigación como el CINVESTAV o el CIDE también fueron afectados.
Si se le reduce el presupuesto a la educación superior se tendrá que hacer más con menos, sobre todo si se recuerda que el presidente quiere que la matrícula aumente de manera significativa. Habría que apostarle más a la educación que a otras cosas. Siempre se ha dicho que la educación es la soga que nos sacará del atolladero. Pues no ahorita.
La eliminación de programas de inglés en educación básica: el presupuesto de 2019 plantea una disminución drástica aquí. Si algo sabemos del mundo es que está globalizado, y que poder comunicarse para participar en él es fundamental. El gobierno parece estar en desacuerdo, y quienes sufrirán su decisión serán los niños mexicanos. Disminuir programas de inglés es pensar que se puede vivir afuera del mundo, como si México fuera Wakanda.
Lo catastrófico
Dentro del presupuesto en la Secretaría de Relaciones Exteriores hay un rubro de asistencia consular, que sirve para que los mexicanos en el extranjero puedan recibir la atención necesaria en caso de tener un problema o necesitar un documento. Mucho se dijo el año pasado porque el gobierno de entonces no planteaba un aumento en recursos ni siquiera ante el hecho de que Donald Trump fuera presidente de Estados Unidos. Pues bien, el rubro de asistencia consular recibirá 82% –sí, 82%– menos que este año. La ayuda a nuestros paisanos, siempre necesaria, será mucho más difícil de otorgar. Esto debería hacer sonar una alarma.
Salud: el recorte a programas de prevención a diabetes. En un país como el nuestro, donde la diabetes es de las principales causas de muerte, la reducción de recursos destinados a combatirla o prevenirla es más que contraproducente.
Lo increíble
Si de algo se quejó Andrés Manuel López Obrador fue del exceso del gobierno de Enrique Peña Nieto en gasto de publicidad y comunicación social. Y no está solo: si algo aventó Peña fue el dinero a los medios de comunicación.
El nuevo presidente dijo en campaña que eliminaría ese presupuesto, luego dijo que lo cortaría a la mitad. Ahora que está entregado el documento, resulta que decidió aumentarlo en 39%.
Lamentable que algo tan importante dentro de su discurso haya quedado en eso, en puras palabras. Sus acciones deberían hablar por sí solas, no deberían necesitar tener dinero detrás.
Un último apunte
Lo que dice el presupuesto no es necesariamente lo que se hace. Puede gastarse más, puede gastarse menos. Los diputados pueden reasignarlo en las próximas semanas. Pero como guía nos sirve para entender a dónde va el gobierno. Y lo aquí presentado no es ni de cerca alentador.
Con peras y manzanas se toma un par de semanas de descanso y estará de vuelta en 2019.
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