Por Esteban Illades
Cualquiera que haya visto los famosos trending topics de Twitter durante los últimos días, o los temas de mayor discusión en Facebook, tanto en Estados Unidos como en México, habrá visto una palabra familiar en los puestos más altos: Pizzagate.
Parece que fue hace siglos, pero fue hace unos poquitos años: Pizzagate es la primera gran teoría de conspiración de la época Trump. Junto con esta teoría, también está QAnon. Y ahora Jeffrey Epstein. Estos nombres quizá no digan mucho, pero son importantes para entender qué tanto está enloqueciendo el internet en 2020.
Pizzagate
El internet nos ha servido para informarnos más que nunca y también para desinformarnos. Basta con que un tema se discuta lo suficiente para que un grupo de gente piense que es verdad. No hay ejemplo más claro que Pizzagate, la teoría de que una pizzería en Washington D.C. había sido utilizada durante años por la familia Clinton y por distintos políticos y empresarios importantes para abusar sexualmente de menores de edad.
Según los conspirólogos gringos, que hoy tienen una voz mucho más fuerte y más escuchada gracias a que Donald Trump es presidente, el descubrimiento de este “círculo de pedófilos”, como le llaman, se debe a que John Podesta, el jefe de campaña de Hillary Clinton, usaba lenguaje cifrado en sus correos electrónicos. En concreto, decía que pedía pizza a la pizzería Comet Ping Pong, pero en realidad estaba pidiendo niños.
Tal cual.
La teoría agarró tracción durante la campaña presidencial, y llegó al extremo de que Edgar Welch, fiel creyente de Pizzagate, se apareció en Comet Ping Pong el 4 de diciembre de 2016; ahí, abrió fuego porque iba a liberar a los niños encadenados en el sótano de la pizzería. Pequeño asunto: la pizzería no tenía sótano.
Pero en la mente de muchas personas, eso no importó: las pruebas ahí estaban. Los demócratas abusaban sexualmente de menores de edad con la ayuda de los empresarios más importantes del país. A la fecha la teoría sigue viva, por más que cueste creerlo. No sólo eso, ha vuelto a tomar fuerza una vez más.
Entre otras cosas por QAnon.
QAnon
En octubre de 2017, un año después de la conspiración de Pizzagate, un usuario conocido como Q –letra que representa el nivel de seguridad más importante del Departamento de Energía; es decir, quien tiene acceso Q tiene acceso a todo– empezó a escribir cosas en 4chan, un sitio que puede ser descrito como uno de los basureros del internet. Ahí Q expandió la teoría de conspiración de Pizzagate. No sólo eran los Clinton: también estaba George Soros, Barack Obama y hasta actores de Hollywood. Según Q, todos los involucrados en esta red de abuso sexual querían quitar a Trump del poder porque Trump estaba a punto de dar a conocer la información y arrestarlos. Según él –o ellos, porque vaya uno a saber quién es Q en realidad–, habría una especie de día del Juicio Final en Estados Unidos y todos los criminales sexuales del país serían llevados ante la justicia.
Al igual que Pizzagate, QAnon ha pasado de la locura más extrema al mainstream gringo. Cada vez son más personas que creen en la teoría, al grado de que los Republicanos ya postulan candidatos que abiertamente dicen estar convencidos de Q y de lo que dice. Varios conspirólogos que promueven esta teoría han visitado la Casa Blanca por invitación del propio Trump.
El FBI, en cambio, considera a QAnon como fuente de terrorismo interno: ataques, homicidios, antisemitismo… todo eso inspirado por una letra.
Jeffrey Epstein
Hace unas semanas, Netflix lanzó un documental de cuatro partes sobre la vida de Jeffrey Epstein, quizás el criminal sexual más infame de los últimos años en Estados Unidos. Epstein, multimillonario que hizo su fortuna en el mundo de las finanzas, acosó y violó a menores de edad durante décadas mientras las autoridades se hacían de la vista gorda. No fue hasta hace un par de años que se tomaron en serio el asunto y finalmente fue detenido. Poco antes de que el juicio se llevara a cabo, Epstein fue encontrado muerto en su celda; las autoridades determinaron que se había suicidado.
Pero el internet es el internet, y como vimos con Pizzagate y QAnon, todo es posible.
Más porque Epstein tenía cámaras en todas sus casas y todos sus cuartos: quien hubiera pisado su residencia o quien hubiera tenido contacto con él había sido grabado. El Principe Andrew, hijo de la Reina Isabel, por ejemplo, ha sido vinculado con la violación de una menor de edad en la casa de Epstein.
Y otras personas, entre ellas Donald Trump y Bill Clinton, fueron cercanas a él. Clinton lo visitó en su casa en las Islas Vírgenes al menos dos docenas de veces.
También, y por eso resurge la teoría de conspiración, porque Anonymous, o el grupo que se hace llamar Anonymous publicó el fin de semana la supuesta libreta de direcciones de Epstein. Y pues ahí hay muchos nombres y pues nada detiene a quien quiere conectar los puntos de la manera en que se le da la gana.
Lo curioso es que Anonymous está trabajando al revés que Pizzagate y que QAnon. Anonymous dio a conocer esta supuesta información porque el gobierno no ha esclarecido la muerte de George Floyd –el afroamericano que fue asesinado por un policía blanco, acto que ha inspirado protestas en todo el país– y dijo que revelaría los secretos más oscuros del gobierno de Trump. Entre ellos su relación con Epstein.
Pero ahí no termina todo.
Paul Walker, Lady Di y Avicii
Si uno ve nombres de celebridades en Twitter por estos días, hay de dos sopas: o salieron en la famosa libreta de Epstein o… su muerte fue encubierta por la conspiración de pedófilos de Pizzagate. Paul Walker, la Princesa Diana y Avicii, según los conspirólogos –o algunos de ellos, porque son tantos y en tantos frentes que uno luego ya no sabe quién es quién o por qué dice lo que dice dentro de toda esta maraña–, los tres en la santa gloria del señor, no murieron como se dice murieron. Fueron asesinados porque sabían de la conspiración estadunidense para abusar sexualmente de menores.
El “razonamiento” es famoso y muerto en circunstancias no tan claras, seguro sabía.
¿Y entonces?
Pues en realidad no te puedo ayudar en mucho más que contándote toda la locura que te acabo de contar. Las teorías de conspiración no sólo abundan, sino que cada vez se discuten más y más en internet. Y cada vez más gente se las cree. Basta con inventar un rumor o con dibujar un pentagrama con cinco puntos inconexos, para demostrar que la verdad está allá afuera y el gobierno la esconde. O con ponerte una inicial.
Te lo dice tu amigo E. O Q. O E. Sí, E.
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