Por Esteban Illades

Ayer se llevaron a cabo elecciones en cuatro estados. En Nayarit y Veracruz no hubo sorpresas: en el primero la gubernatura se la llevó Antonio Echevarría, candidato de la alianza PAN-PRD e hijo del único otro gobernador de oposición. En Veracruz, estado saqueado a más no poder por Javier Duarte y sus secuaces, el PAN se hizo con la mayoría de los 212 ayuntamientos en juego.

En los otros dos estados en juego, el resultado fue mucho más cerrado. En Coahuila, por ejemplo, PRI y PAN van cuello a cuello por la gubernatura, según datos del PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares). En el Estado de México la diferencia entre Alfredo del Mazo, del PRI, y Delfina Gómez, de Morena, es un poco mayor en términos porcentuales.

El proceso todavía no termina. Ayer los institutos electorales locales hicieron lo que se conoce como conteo rápido, en el que toman una muestra de un determinado número de casillas y con ella estiman el rango de votos que puede obtener un candidato. En el Estado de México el conteo rápido marcaba un rango de 32.75-33.59% para Alfredo del Mazo y uno de 30.73-31.53% para Delfina Gómez.

En Coahuila, en cambio, el conteo rápido ponía al candidato del PAN, Guillermo Anaya,  en un rango de 36.64-39.08% y a Miguel Riquelme, del PRI, en un rango de 34.74-37.34%. ¿Qué quiere decir esto? Que la autoridad electoral calcula que los candidatos pueden obtener un mínimo y un máximo de votos dentro de esa banda.

Después vino el PREP, que no es un conteo de votos como tal. Es una primera captura de las actas de las casillas; entiéndase, las llamadas “sábanas” que se cuelgan afuera de la casilla una vez que concluye la elección. El PREP asienta los datos de ahí y emite un resultado preliminar, no oficial.

No es hasta mediados de esta semana que se hace el llamado “cómputo distrital”, que sí tiene validez oficial. Ahí se hace la cuenta y se determina quién ganó la elección.

Al momento de escribir esto estamos en la fase final del PREP, en la que se conoce a un ganador preliminar mas no oficial.

A pesar de ello, el análisis estadístico del conteo rápido nos puede dar una buena idea de cómo están las cosas. Tanto en Coahuila como en el Edomex la diferencia entre puntero y segundo son unos pocos miles de votos.

¿Qué se puede decir a partir de ese dato? Mucho.

1.- La maquinaria del PRI sigue viva

Enrique Peña Nieto en el aniversario del PRIEnrique Peña Nieto en el 88 aniversario del PRI Foto Notimex

A pesar de que muchos dábamos a este gobierno por muerto –recordemos que el presidente Enrique Peña Nieto llegó a tener un 8% de aprobación nacional el año pasado–, la mala hierba nunca muere. En el caso de Coahuila sucede algo que resulta inexplicable y a la vez no: el estado gobernado por la familia Moreira durante los últimos 10 años –aquellos acusados de desviar miles de millones de pesos, de asociarse con los Zetas, de dejar a Coahuila en quiebra– todavía podría quedar en manos del priismo. Incluso si llega a ganar el PAN será por una diferencia minúscula, lo cual quiere decir que hay mucha gente que no parece estar en desacuerdo e incluso apoya lo que hicieron los Moreira. Increíble pero cierto.

En el Estado de México la maquinaria fue todavía más evidente. Durante los meses previos a la campaña vimos a presidente, secretarios de gabinete y gobernador hacer proselitismo una y otra vez. Vimos la entrega de tinacos, la promesa de tarjetas con efectivo, el regalo de computadoras, todo en actos públicos masivos. El PRI hizo lo que mejor sabe hacer: regalar cosas con dinero ajeno para obtener votos a cambio. No por nada tanto PAN y PRD –de quienes hablaremos más adelante– acusaron que ésta fue una elección de “Estado”.

Hay que decirlo: esta maquinaria es antidemocrática. El punto de una elección es que el ciudadano decida de manera libre sobre quién quiere que lo gobierne. No con coacción, no con amenazas, no con sobornos. Que exprese su voluntad. Pero como dijo ayer Leo Zuckermann en la mesa de análisis de Televisa, el 14% de los votantes mexiquenses aceptaron haber recibido algún tipo de dádiva del PRI. El 14%. Eso incide de manera directa en el resultado de la elección. Sí, habrá votantes que no se dejen influir por eso. Pero hay otros que sí. En municipios en los que hay pobreza extrema, una dádiva del PRI –que puede ir desde dinero hasta algo tan esencial como un tinaco– puede hacer la diferencia.

¿De dónde sale ese dinero? La respuesta no es exacta pero se puede inferir algo del siguiente dato. Según la Auditoría Superior de la Federación, el gobierno de Eruviel Ávila desapareció casi ocho mil millones de pesos el año pasado. Nadie sabe dónde están.

Ocho mil millones de pesos. Un millón más de lo que desvió Javier Duarte en su último año de gobierno.

2) Pero más débil que nunca

vía Facebook

Sí, el PRI parece haberse alzado con el triunfo. Pero cuando ganó Eruviel Ávila en 2011 lo hizo por alrededor de 45% de diferencia, o más de dos millones de votos. Barrió a los demás partidos. Seis años después, con todo el poder del gobierno federal y del gobierno estatal detrás, Alfredo del Mazo está arriba por pocos miles, no millones de votos. Aun así, parece ser suficiente.

Igual en Coahuila. Los resultados no son tan aplastantes como en la época de los Moreira, pero sí suficientes. Cuando se tienen recursos ilimitados, nadie te detiene. El dinero lo puede todo.

3) La izquierda dividida es vencida

Morena / PRD Izquierda Dividida

Antes de que iniciara el proceso electoral hubo diálogo entre los partidos de izquierda para una posible alianza. Después el PRD también buscó ir con la derecha, el PAN. Ninguna de las dos opciones funcionó. En el caso de la izquierda, el desencuentro fue fatal: de haberse unido de inicio Morena, PRD y PT, hubieran obtenido más de la mitad de la votación.

Pero aquí hubo varios errores. El principal, hay que decirlo, fue de Andrés Manuel López Obrador, líder de Morena. AMLO siempre buscó la alianza en sus términos, y nunca se sentó a negociar realmente. Incluso cuando el candidato del PT, Óscar González, declinó semanas antes del día de la elección, lo hizo a regañadientes. Había grabaciones de González hablando mal de López Obrador y su gente, y quejándose de que le estaban torciendo el brazo para que declinara.

Con el PRD fue todavía más caótico el asunto. En el último mes López Obrador abrió la posibilidad de una alianza, pero lo hizo a manera de ultimátum. Le dijo a Juan Zepeda, candidato a gobernador, que tenía días y luego horas para declinar. De lo contrario no habría alianza para la elección presidencial en 2018. AMLO se la dejó muy fácil a Zepeda. Zepeda le dijo que no, se mostró como alguien dispuesto a aguantar vara y al final sacó 18% de los votos.

4) Quién sabe a qué juega el PRD

Juan Zepeda PRD
Juan Zepeda Candidato del PRD a la Gobernatura del Estado de México. Foto: Notimex

Ya que estamos en el tema de Juan Zepeda, hay que preguntarse qué está haciendo el PRD. Ayer por la noche Televisa tuvo una mesa de discusión con los presidentes del PAN, PRD y PRI; López Obrador declinó ir, como es costumbre. Para los interesados en política, la mesa estuvo divertida: Ricardo Anaya y Enrique Ochoa se dieron de cubetazos durante casi una hora. La única que no hablaba era Alejandra Barrales, presidenta del PRD. Y cuando lo hacía, era para decir que su partido era el gran ganador de la elección.

¿Cómo? Sí, eso decía. Barrales celebraba que el PRD había ganado mayoría en Veracruz y Nayarit, estados en los que fue en coalición con el PAN y en los que el candidato también era del PAN. El PRD sólo se había sumado, pero no era el centro de la alianza. También cantaba como triunfo haber sacado un 18% en el Estado de México, a pesar de que en la elección pasada sacó lo mismo y en la de 2005 sacaron seis puntos más. Qué triunfo tan raro, ¿no? obtener los mismos votos que en 2011 y menos que hace 12 años.

Aun así, el PRD estaba feliz. Cuando Juan Zepeda salió a dar una conferencia de prensa con su coordinador de campaña y con el presidente del partido en el Edomex, todos sonreían. Zepeda hacía cuernitos de merol. Pero el discurso era raro: decían que era claro que la elección del Edomex, tal y como había dicho el PAN horas antes, era de “Estado”. ¿Cómo sonreír y hacer cuernitos si estabas denunciando una elección comprada? Eso es el PRD en 2017. Un partido esquizofrénico. Feliz mientras acusa a alguien de haberle robado.

5) A Josefina no la quieren ni para administrar un grupo de Whatsapp

(Esa frase es de alguien que milita dentro del PAN, por cierto.) Josefina Vázquez Mota es quizás la peor candidata en tiempos modernos, y eso que hemos tenido a gente como Roberto Madrazo en busca de la presidencia. Vázquez Mota comenzó la campaña en la cima, con más de 30% de intención de voto. Pero avanzaron los meses y se fue en picada. Hoy es casi seguro que termina en cuarto lugar, cerca de un 10% de votos. Es decir, perdió casi el 20% en unas semanas. ¿Por qué? Porque su discurso es el mismo de siempre. Porque nunca dejó claro para qué quería ser gobernadora. Porque su campaña fue un desastre. Y por muchas otras cosas más.

El PAN, como Rose en el Titanic, dejó que se muriera en lugar de compartirle espacio en el tablón.

¿Qué sigue?

Como dice el filósofo, “Ay, muchas cosas, wuuu”. Lo primero es que se cuenten las actas de la elección. Eso ocurrirá a partir del miércoles. Después, los candidatos perdedores pueden decidir impugnar o no el resultado. De hacerlo, la autoridad tiene que decidir antes de septiembre si están en lo correcto o no. Mientras tanto, vendrá la guerra de declaraciones. López Obrador dio tres mensajes anoche. En los tres aseguró que Delfina Gómez era la triunfadora, y que no iba a permitir un fraude, “como nunca” lo ha permitido. De ir a tribunales, ojalá y no utilice animales de granja como evidencia otra vez.

Del lado del PAN todo depende de qué suceda en Coahuila. Al igual que Morena en el Edomex, tendrían evidencia suficiente para impugnar la elección en caso de querer hacerlo.

En el PRI celebran porque arañaron lo que pudieron, se gastaron lo que no tenían y al menos se quedan con la gallina de los huevos de oro una vez más. ¿A qué nos referimos? A que el Estado de México tiene el segundo producto interno bruto más grande del país, con casi 10%. Mucho dinero para la elección presidencial del próximo año.

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Esteban Illades

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