Por Esteban Illades

Éste no es un texto para recomendarte que hagas cambios en tu vida diaria. Que dejes de usar popotes o empaques de unicel. Que dejes de utilizar baterías alcalinas. Que recicles. Que separes la basura. Que uses transporte público. Que no desperdicies agua. Incluso que dejes de guardar tanto correo electrónico o subir tanto video a Youtube. (Porque en algún lugar se tiene que guardar la famosa nube, y ese lugar consume energía.)

No.

Éste es un texto para decirte que lo más probable es que eso ya no importe, que hagas lo que hagas como individuo en tu vida diaria probablemente no tenga consecuencias sobre el futuro del planeta, porque los seres humanos ya acabamos con él.

Y eso no lo digo yo, lo dice un nuevo reporte de la Organización de Naciones Unidas, que a su vez se basa en un millar de estudios distintos. Según el reporte –cuyo resumen, en inglés, está disponible aquíhay alrededor de un millón de especies bajo amenaza de extinción a causa de nosotros, los humanos, y nuestro papel en el aceleramiento del cambio climático. La sobrepoblación, la tala ilegal, las emisiones de dióxido de carbono, nuestra producción interminable de basura son responsables de un futuro que cada vez más se asemeja a Wall-E de Pixar.

Dejemos de lado que desaparecerán especies que consideramos “bonitas” y dignas de compartir en internet o volver memes, porque eso es lo primero que nos viene a la mente. También desaparecerán otras que no lo son, pero que tienen mucho mayor efecto –pero menos vistoso– sobre las cadenas necesarias para la existencia de la vida en este planeta. Con la acidificación de los océanos, por ejemplo, que ya ha matado arrecifes de coral enteros a lo largo y ancho de la Tierra, también mueren distintas especies de plantas marinas que ayudan a combatir el exceso de dióxido. Digamos, en palabras simples, que estamos matando a los filtros de aire que nos hacen poder respirar.

Foto: Andrew Lichtenstein/Corbis via Getty Images

Y las consecuencias son varias. No sólo se trata de niveles de océanos más altos. Se trata de migración masiva de las costas a otros lugares, por las inundaciones constantes y el peligro de desaparición de ciudades e incluso países –islas– enteros. Se trata también de la pérdida de alimentos básicos para la supervivencia. Como en Interstellar, donde sólo queda un tipo de grano para cosechar y el mundo es casi inhabitable. Se trata también de enfermedades nuevas e incluso el regreso de otras de hace siglos. Porque con el derretimiento del hielo, por contar algo anecdótico, se liberan bacterias y virus que llevaban hibernando bajo el hielo desde hace más de medio milenio, como la peste bubónica, por ejemplo.

Pero eso quizá no es lo más grave de todo. No los virus mortales, no la inundación, no la falta de comida. No. Lo más grave es que los humanos nos volveremos literalmente más estúpidos conforme se contamina más el planeta. El aumento del dióxido de carbono en el aire afecta nuestros cerebros, en particular nuestras habilidades cognitivas. En China, donde se realizó un estudio sobre el efecto de la contaminación sobre sus habitantes, se llegó a la conclusión de que, con los niveles actuales, los humanos pueden perder hasta el equivalente de un año escolar en función cerebral.

Pensemos en esto pero a una escala mayor. Con el aumento de la temperatura mundial, con el aumento del CO2, los humanos veremos cómo el mundo se cae a pedazos. Cómo los animales se extinguen, cómo la comida desaparece. Y seremos en verdad demasiado tontos para darnos cuenta que con el planeta nos moriremos nosotros también. Nuestros cerebros dejarán de funcionar.

Pero eso sí, seremos felices. ¿Porque a poco no se verá padre el Apocalipsis a través de nuestros filtros de Instagram?

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Esteban Illades

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