Nela Kuja Chumpi pensó que estaba embrujada, porque se cansaba mucho y bajó drásticamente de peso hasta llegar a los 33 kilos. Hasta que en un hospital en Lima, le diagnosticaron VIH, un cuadro de tuberculosis, Hepatitis C y desnutrición crónica.
Los síntomas comenzaron el año pasado: cansancio, disminución de peso corporalacudió al centro de salud y le dieron analgésicos.
Me cansaba mucho, mi cabello se caía, tenía diarreas, náuseas y me dolía el cuerpo”, dijo.
Su familia asumió que sus males eran por brujería, le dieron hierbas contra “el daño”. Como no mejoró, creyeron que sólo en Lima la podían ayudar. En la comunidad recaudaron fondos para que viajara hasta la capital con su esposo, así que en marzo dejó su comunidad indígena de Achu, Perú.
Nela Kuja y su esposo llegaron a Lima con una sola muda de ropa, sin dinero (habían gastado los únicos 200 soles ($1,200 pesos), en pasajes, sin saber qué era y cómo se contagiaba el VIH.
No hay un término en el idioma awajún para definir el virus de VIH que causa el sida. Los indígenas tuvieron que inventarlo: jata VIH ajawai: el que tiene el virus; acompañado de jata susamu: el que está embrujado. La misma semana de marzo que le diagnosticaron a Nela, su enfermedad, a su esposo le informaron que también era seropositivo.
El médico les preguntó por sus hijos: uno de ellos tenía un año y medio y era probable que hubiera nacido con el virus; le pidió a Nela que lo llevara a Lima.Nela dijo que no, que no presentaba síntomas de algún malestar. “Él está sano, no parece enfermo”.
En abril pasado, su esposo abandonó el tratamiento para volver a su comunidad, este mes Nela Kuja se quedó también dejó el hospital. Se fue sin tratamiento para su tuberculosis, sin tratamiento para su VIH avanzado.
Durante los últimos años, la migración, el intercambio comercial y el incremento de la industria extractiva en el Amazonas han acentuado los casos de enfermedades de transmisión sexual en poblaciones indígenas de la selva. Entre el 2003 y el 2007 se notificaron 22 casos de VIH, se disparó tanto que entre el 2008 y el 2012 se identificaron 97.
“Es un número bastante elevado para menos de 10.000 habitantes, sin embargo, sabemos que la cifra es mucho mayor porque los casos que se reportan son casi siempre cuando la enfermedad está avanzada. Hay una cifra sombra que no se está mirando, porque no hay un perfil epidemiológico de la población indígena”, reconoce Balbuena. La estrategia sanitaria de VIH que impulsa el Estado no ha tenido un impacto positivo en las comunidades indígenas.
El 77% de todos los casos de VIH reportados en la región Amazonas, corresponden a población indígena. Los pacientes son diagnosticados en centros de salud de las ciudades y a los pocos días abandonan el tratamiento porque deben volver con sus familias.