Tres películas imperdibles de la Muestra Internacional de Cine, solo si les gustan los suplicios.

Si gozan de sufrir con la ficción, porque algunos también a eso vamos al cine, la Muestra Internacional de Cine, de la Cineteca Nacional, ofrece por lo menos tres muy buenas películas para atormentarse un par de horas, sin correr el menor riesgo (a menos de que sean cardiacos, claro).

1. Moebius
(Kim Ki-duk, Corea del Sur, 2014)

Si han visto otras películas de Kim Ki-duk, ya se la saben: violencia explícita.

Si no, esta es una muy buena cinta para probar el umbral de su tolerancia a la perversión. Digamos que Freud encontraría fascinante esta historia de conflictos edípicos y mujeres, literalmente, castrantes. Personajes sin nombre: un padre, una madre y su hijo adolescente protagonizan un melodrama desquiciado, en el que uno se tapa los ojos varias veces durante la proyección: el dolor como materia prima del castigo y también como el origen de una nueva experiencia del placer.

La trama recorre emociones como los celos o la empatía, la vergüenza o la rabia de la venganza hasta que derivan en trastornos, a lo largo de varios despertares sexuales, algunos sádicos, otros abusivos, otros prohibidos.

Es una película con sonido pero sin diálogos y filmada con una cámara de mano, detalles que se suman a los límites que cruza la película.

Moebius es un ciclo que, a pesar de que peca de alguna casualidad, alcanza el destino de la transgresión trazada desde el principio.

2. El juicio de Viviane Amsalem
(Ronit Elkabetz, Shlomi Elkabetz, Israel/Alemania/Francia, 2014)

Una mujer secular israelí, (interpretada por una de los directores, Ronit Elkabetz), solicita el divorcio de su esposo judío (Simon Abkarian) en un país donde las cortes son dirigidas por rabinos, donde no hay matrimonio ni divorcio que no sea religioso.

El juicio de Vivian Amsalem es otra forma de la buena tortura cinematográfica. La película es tan intrigante como desesperante: está compuesta de la sucesión de audiencias antes los jueces, ridículamente extendida durante años por la negación del esposo, el único que realmente puede autorizar la separación legal.

Conforme avanza la demanda, van sumándose abogados y testigos que refrescan la trama mientras se va revelando el machismo institucionalizado en la cultura israelí, la importancia del matrimonio como organismo moral y legal; y la relación a puerta cerrada entre el amor y la libertad.

Esta película ha sido aclamada por la crítica y completa una trilogía sobre la opresión a la mujer con To Take a Wife (2004) y 7 days (2008).

3. Hermosa Juventud
(Jaime Rosales, España, 2014)

En un estilo híper realista, esta es la historia de dos jóvenes, Natalia y Carlos (Ingrid García-Johnsson y Carlos Rodríguez) que enfrentan con apatía la crisis económica española, para la cual, al parecer, la pornografía es la solución efectiva.

Con una narrativa que incorpora las fotografías y mensajes de los celulares inteligentes que usan los personajes, dos veinteañeros más bien comunes, se teje una buena película sin acontecimientos que compliquen la trama: el espectador no se va a sorprender, al contrario, la transición hacia cierta adultez carece de lo extraordinario.

Sin embargo, esta es una historia que casi podría tratarse como una radiografía sobre la imposibilidad de trabajar en la España de nuestros días, sobre el todo y la nada, de cómo la frustrante situación económica se apropia de la identidad, trastoca el discurso personal de quienes componen la clase media; y sobre la maternidad como el único origen de la responsabilidad.

Para checar los horarios de estas películas, y de la Muestra Internacional de Cine, da clic aquí.

Por Elvira Liceaga (@shubidubi)

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