Además de la deuda para resarcir el daño hacia las víctimas de pederastia clerical por parte de autoridades civiles y eclesiásticas, es posible que menores de edad aún vivan la amenaza latente de las “bestias con sotana” debido a que gozan —o gozaron, para los que ya murieron— del paraíso prometido de la impunidad que ofrece México.

“Yo también morí, pero como no hubo sangre, nadie se dio cuenta”; es la frase que se convirtió en tendencia en TikTok porque las personas de la red social recurrieron a ésta para decirle al mundo que en algún momento de su infancia padecieron violencia sexual por parte de un pariente, un profesor, un vecino… un sacerdote.

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Pederastia clerical en México, una amenaza latente // Foto: Pexels

Este foro de comunicación virtual —calificado como un torrente de contenidos frívolos— en esta ocasión fue una ventana de catarsis colectiva para las víctimas en un país, que según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), encabeza la estadística mundial respecto a este delito perpetrado contra hacia niños, niñas y adolescentes.

Y es que el abuso sexual hacia un menor de edad le representa un “asesinato psíquico” que trasgrede su desarrollo, pero cuando éste “es perpetrado por quienes deberían dar guía y consuelo, la infamia adquiere proporciones de estruendo”; así es como define las consecuencias de este agravio el libro Depredadores Sagrados, Pederastia Clerical en México publicado por Grijalbo en 2021.

Para entender desde otra óptica las repercusiones de estos ataques provocados por líderes religiosos, Joaquín Aguilar Méndez, miembro y fundador de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes (SNAP por sus siglas en inglés Survivors Network of those Abused by Priests), estimó que más del 80 por ciento de las víctimas intentan suicidarse.

Y quienes no lo consiguen, podrían padecer un daño emocional de por vida. 

Bernardo Barraco, maestro en Sociología del Catolicismo Contemporáneo aseguró que los clérigos depredadores católicos son alguien “maligno que se arropa y disfraza con los símbolos de santidad. Un ser infausto que seduce y violenta sexualmente a sus víctimas con el rostro y ropaje de un ángel”

La deuda y la amenaza latente

La pederastia clerical es un fenómeno criminal que se traduce en maltrato y violencia sexual; mismo que representa “el lado oscuro y perverso de la Iglesia Católica” y que se ha visto en otras religiones también, afirma Barranco; quién además define a los perpetradores como “bestias con sotana”.

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Manifestación contra un sacerdote acusado de pederastia en Ciudad Juárez en 2021 // Foto: Cuartoscuro

Para el sociólogo, el problema también radica en que los sacerdotes pederastas son cobijados por el predominio de una cultura patriarcal, incluyendo a los medios de comunicación que han llegado a ser cómplices que los encubren: “en México el episodio de CNI Canal 40 es vergonzoso, con el anunciado boicot empresarial como coerción por atreverse a transmitir denuncias en 1997. Con honrosas excepciones, los medios mexicanos llegaron tarde”.

Por lo menos desde 1917 la Iglesia Católica tiene identificada la presencia de pederastia clerical, aunque no “con la contundencia deseada”, explica el profesor Barranco quien retomó el párrafo 2 de la norma 2359 de aquel entonces contenida en el Derecho Canónico que decía: “Si admitieran un delito contra el sexto mandamiento del decálogo con menores de dieciséis años […] sean suspendidos, sean declarados infames, en caso de que tengan cualquier tipo de oficio, beneficio, dignidad, o ministerio sean privados de ellos, y en casos más graves sean depuestos”

En las últimas décadas, la andanada de denuncias sobre el fenómeno delictivo al interior de la iglesia católica no ha parado. Por ejemplo la denuncia publicada en 1997 por el diario estadunidense The Harford Courant sobre los abusos de  Marcial Maciel Degollado, líder y fundador de los Legionarios de Cristo en México.

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Reportaje del Hartford Courant en 1997

Así como también un reportaje titulado Iglesia permitió abuso por parte de sacerdote durante años que realizó la unidad de investigación Spotlight del diario The Boston Globe, anécdota que incluso fue llevada a la pantalla grande y destapó la cloaca en varias partes del mundo.

En marzo de 2023 el periodista holandés Ekke Overbeek publicó una investigación que lapida aún más a la iglesia fundada por el apóstol Pedro titulada Máxima culpa. Juan Pablo II lo sabía (traducido del polaco Maxima Culpa. Jan Paweł II wiedział), la cual habla de cómo el carismático sujeto —que desde su Papamóvil paralizaba la ciudad de México o llenaba estadios en cada visita suya a nuestro país— también fue encubridor de sacerdotes pederastas antes y durante su mandato al frente del Vaticano.

Papa Juan Pablo II, fallecido en 2005

“Hemos sido testigos de cómo la Iglesia en los últimos 20 años ha enfrentado una crisis planetaria provocada por los escándalos de pederastia, sólo comparable con la crisis de la Reforma en la Edad Media. Entre ambas hay enormes diferencias, el sacudimiento del siglo XVI provocó una fractura interna, la crisis actual del siglo XXI es la ruptura de la Iglesia con la sociedad moderna, es decir, una crisis civilizatoria”, dice por su parte Bernardo Barranco.

En México “hay una gran deuda, somos muchas víctimas… La institución no tiene un mecanismo certero todavía para dar una atención adecuada, oportuna y no revictimizarte” pues debe haber una reparación integral del daño independientemente de si hubo prescripción del delito, aseveró Joaquín Aguilar, líder en México de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual por Sacerdotes.

El también abogado explicó que, aunque la Iglesia Católica ha dado muestras de apertura para prevenir nuevos casos, lo cierto es que aún existen resistencias por parte de diócesis o congregaciones que siguen encubriendo y entorpeciendo investigaciones.

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Pederastia clerical en México, una amenaza latente // Foto: Pexels

“En las congregaciones ha costado más trabajo y ahí hay un hoyo negro… Hay muchos casos que no se han tratado como se debería y un día se va a detonar un problema (de nuevas denuncias), así como en su momento ocurrió con las diócesis”.

Por lo que respecta al actuar de la autoridad civil el defensor de derechos de la infancia aseguró que prácticamente ésta no hace nada para atender los casos y estimó que 90 por ciento de los sacerdotes agresores están sin recibir un castigo judicial por la impunidad que endémica mexicana, por lo que muchos de éstos ya han muerto sin recibir un castigo.

Hay cientos de víctimas que no desean hablar ante la autoridad eclesiástica o judicial, la mayoría lo único que busca es apoyo psicológico.

Joaquín Aguilar

El experto aseguró que ha notado una discrepancia entre el número de victimarios que la iglesia ha retirado por cometer actos pederastas y el número de carpetas abiertas por parte de la autoridad encargada de perseguir este delito de oficio, situación que atribuye, además de la deficiencia judicial, también a la desconfianza de las víctimas a las autoridades o al temor por la doble victimización que podrían enfrentar por “lo engorroso de los procesos”. 

“Llevo cerca de 30 años peleando con esto desde el momento que me sucedió… no voy a encontrar justicia porque mi agresor ya murió… me hace bien ayudar a la gente, es un aliciente para entender que hasta el día que muera, yo nunca encontré justicia”, acotó Joaquín Aguilar, también sobreviviente de abuso clerical.

“El poder espiritual” como mecanismo de coerción

Todo ocurría en la sacristía.  Armando “N” esperaba al final de misa, cuando no hubiera nadie para atacar con tocamientos a quién fuera su monaguillo, un chiquillo que de los 8 a los 12 años padeció el infierno al interior de la casa de Dios. 

El cura no sólo tomaba ventaja de su autoridad moral para cometer los abusos, sino de la situación de pobreza de la familia del menor, por lo que llegó a obsequiarles despensas o proveerle de vitaminas como parte del mecanismo de coerción. 

Un día, la madre del menor descubrió lo que sucedía al leer una conversación en el chat de Messenger entre el cura. Acudió a las autoridades del municipio de Querétaro a levantar la denuncia en 2019, pero el sacerdote está en libertad.  

“La ropa sucia se lava en casa señora”, reclamó en algún momento la secretaria de la parroquia a la mamá de la víctima y quien también fue agredida por el resto de la comunidad de fieles por alzar la voz para defender a su hijo.

La Congregación de la Pasión de Cristo, grupo al que pertenece el implicado; se comprometió a aparatarlo de eventos públicos, sin embargo, testigos informaron que él siguió realizando actividades normales.

Por lo que respecta al proceso legal el camino no ha sido fácil: aunque lograron aprenderlo gracias a la presión mediática y poco más de dos años después de la denuncia, un juez de control lo liberó por “no representar un peligro para la sociedad”. 

El presunto agresor ha tenido abogados pagados tanto por la congregación, así como por su familia.

“Ya hay sentencia, pero han optado por recursos jurídicos que impiden su detención”, explicó María Fernanda Lazo Pairo, de la agrupación Vida Plena y quien compartió para Sopitas.com el testimonio de este pequeño y al que su agrupación ha apoyado.

Creemos que hay más víctimas de este sacerdote… Me acerqué a la Diócesis de Querétaro, pidiéndoles su intervención, para hablar con más niños, pero fueron muy cerrados. La comunidad de parroquia también se opuso.

María Fernanda Lazo Pairo, para Sopitas.com

Aunque el menor y su familia han tenido la contención psicológica por parte del equipo de Lazo Pairo para seguir adelante en la vida, la experta comentó que aún queda mucho por hacer en la agenda, pues recordó que los abusadores clericales toman ventaja de la situación económica de sus víctimas; así como de su “poder superior espiritual”.

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Periodista independiente que busca incidir desde el oficio, aunque sea con poco, para un mejor país, un mejor planeta. Lo merecemos como especie. Ha colaborado para diversos medios de comunicación...

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