Como si le hubieran entrado al “3 de 3” o estuvieran haciendo alarde de su honestidad, así en el PRI después de que las autoridades lograron recuperar 250 millones de pesos de toooodo lo robado por el ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte. Ahora, quieren que lo mismo pase con el caso sonorense, donde el ex mandatario, el panista Guillermo Padrés, también dejo las arcas pelonas.
No es que la restitución de lo saqueado sea algo malo. Sino la forma de pedirlo. Así lo hizo el fino líder priista, Enrique Ochoa, quien parecía que se estaba echando uno de sus tantos spots en los que ruega que AMLO le entre al “reto PRI”:
“Que en el caso de Guillermo Padrés, ex Gobernador de Sonora panista, que también se revise su situación patrimonial para que se restituya al pueblo de Sonora aquellos bienes o aquellos ingresos que le corresponden y que fueron sustraídos por actos de corrupción de Padrés”.
Lo que se le pasó a Ochoa es, ya enfilados, exigir que otros ex gobernadores pasen por la báscula ratera. No estaría mal hacer una revisión patrimonial a Padrés, pero también a Roberto Borge, Humberto Moreira, César Duarte, Fausto Vallejo y a tanto flamante funcionario priista (panista, perredista y de los demás partidos).
En fin, como para el líder tricolor su partido se está colocando como el paladín de la honestidad, no dejó pasar la oportunidad de subrayar el acto en el que el titular de la PGR, Raúl Cervantes, devolvió al gobierno jarocho 250 melones de los 421 recuperados por los desvíos de Duarte. Enrique Ochoa presumió que esta es la primera ocasión en la historia en que una instancia federal restituye recursos recuperados tras investigar actos de corrupción.
“Sí debe de regresarse el dinero producto de actos de corrupción para beneficio del pueblo en los estados donde fue sustraído. Todos los recursos que sean identificados por las investigaciones correspondientes deben de ser restablecidos al pueblo”, subrayó Ochoa.
Ahhh y también pidió que se cumplan las órdenes de aprensión en contra de Javier Duarte, ese honorable priista que se dio a la fuga después de que ellos a lo largo de seis meses ni las manitas metieron (y hasta lo defendieron) cuando era acusado de estar saqueando al Estado.