Por Democracia Deliberada
México es un país donde no se protege adecuadamente la libertad de expresión. Concretamente, según Reporteros Sin Fronteras, México ocupa el lugar 147 de 180 de su ranking para la libertad de prensa, por debajo de países como Venezuela, Pakistán o Palestina. En pocas palabras, México es un país donde ser periodista representa un riesgo inherente a la profesión.
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Cuando pensamos en libertad de prensa solemos pensar únicamente cuando el gobierno censura. A nuestra mente llegan imágenes de regímenes totalitarios, o que tienden a serlo, pero solemos olvidar que los gobiernos tienen una responsabilidad para garantizar que los periodistas puedan ejercer su profesión. Dicho de otra forma, es común pensar que en Venezuela, en Cuba o en China son los únicos lugares del mundo donde la prensa enfrenta problemas para ejercer su profesión, sin dimensionar que nuestro páis se ha vuelto uno de los lugares menos propicios para ejercer la libertad de expresión.
No es una novedad que en México la libertad de expresión sea un tema escabroso para la administración en turno. A pesar de la alternancia democrática del 2000, las condiciones de trabajo de los periodistas, concretamente en términos de su seguridad, siguen siendo un tema preocupante.
Los asesinatos de periodistas son de interés público dado que su profesión forma parte fundamental de nuestra democracia. El derecho a estar informado y el derecho a expresarse se ven comprometidos cuando se persigue a un periodista por ejercer su profesión.
Esto no significa que sea más importante la vida de un periodista que la de cualquiera otro, significa que, si los periodistas están en riesgo de perder la vida por ejercer su profesión, nuestra democracia está en riesgo también.
Sin una prensa libre la democracia tiene más problemas para florecer. Uno de los pilares indispensables de nuestra sociedad es que la información con la que contamos esté lo más completa y sea de la mayor calidad posible. Cualquier intento de impedir estas características es un asunto de la mayor relevancia para la vida pública del país; por ello, la preocupación y molestia que este tema ha generado a partir de los recientes asesinatos de distintos periodistas.
Gracias a la prensa, en otros países, se han logrado un sinnúmero de cambios. Desde deposiciones de presidentes, cambios en la manera en la que entendemos el mundo hasta la gestión de revoluciones democráticas, como la primavera árabe entre otras tantas.
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Suprimir la información, sea de manera explícita como en un régimen autoritario, o por omisión por no salvaguardar adecuadamente la seguridad de los periodistas constituyen un motivo suficiente para incomodar al Estado. Es una responsabilidad de todos exigir que la prensa tenga las condiciones mínimas indispensables para ejercer su profesión, de lo contrario estaríamos aceptando que en México hay cosas de las que simplemente no podemos, o no queremos enterarnos.
Los medios de comunicación le deben a su audiencia el profesionalismo y la calidad de su trabajo mientras que el resto le debemos a la prensa la solidaridad al momento de velar por su seguridad, libertad e integridad.
Igual de grave es que aquellos medios de comunicación que existen no sean libres o que estén coludidos con el poder a que éstos no puedan ejercer sus labores por las condiciones de inseguridad. La libertad de expresión debe ser garantizada y en ambos casos hay una clara responsabilidad del gobierno. Si el gobierno opta por decir que es una labor para la que no está preparado, que es muy costoso o cualquier otro pretexto, es aceptar de facto la censura.
México necesita una democracia fuerte para enfrentar los múltiples problemas que enfrenta. Sin una prensa libre la tarea se convierte en un reto aún más difícil. Desde Democracia Deliberada, toda nuestra solidaridad con aquellos que ejercen el periodismo y que no encuentran en el Estado una respuesta a la situación que les aqueja.
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Democracia Deliberada es una corriente política en búsqueda de la izquierda perdida.
Twitter: @ddeliberada