Como ustedes bien saben, uno de los pilares principales en los que se cimentaba el plan económico de la administración de Peña Nieto era la Reforma Energética y por ende, el petróleo.
El punto más importante era promover la inversión privada, pero tal vez las inversiones no sean tan buenas como esperaban, ya que el precio del barril de crudo ha caído, lo cual podría desmotivar a las petroleras para invertir (y para convencerlos los políticos mexicanos podrían estar tentados a hacer tratos poco provechosos lo cual arruinaría un punto muy importante del plan económico).
Pues bien, México no es el único país que se ve perjudicado por esta situación y es así como representantes de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de Venezuela, México y Rusia están reunidos el día de hoy en Viena para coordinar posiciones.
Rafael Ramírez representa a la OPEP, Pedro Joaquín Codwell a México y Alexandre Novak a Rusia (México y Rusia no pertenecen a la OPEP) y entre todos buscan «coordinar posiciones» para presionar por un recorte de la producción de crudo.
Sí recortan la producción de crudo es posible que frenen la caída del precio de éste y tal vez a los políticos mexicanos no les dé miedo no tener el dinero suficiente para el presupuesto federal del siguiente año.
Pero México no es el único que está nervioso, Rusia y Venezuela también necesitan desesperadamente que el precio del barril llegue a por lo menos los 100 dólares el barril, para hacer frente a sus propias necesidades presupuestarias y fiscales.
La OPEP, por otro lado, se encuentra un poco dividida, por ejemplo, Arabia Saudita, el mayor productor dentro de la organización, está a favor de que continúe la producción actual, que es de alrededor de 30 millones de barriles diarios.
Para muchos analistas del sector, la posición de Arabia Saudita podría poner nerviosos a los mercados donde el barril sigue retrocediendo y no es cualquier cosa, el país de Medio Oriente ha llevado las cotizaciones del petróleo a mínimos, como hace tres años que anunció que rebajaba los precios de crudo destinado a Estados Unidos y que aumentaba los que cobraba a países asiáticos.
Parece que ese país trata de mejorar sus relaciones comerciales con el gigante norteamericano, estratégicamente porque, por otro lado, también busca llevar el precio del crudo tradicional al punto en el que la producción del petróleo de esquisito (por fracking) en Estados Unidos sea económicamente inviable (una estrategia arriesgada, a ver si Estados Unidos no castiga de alguna manera que su principal aliado de Medio Oriente se atreva a meterse con ese mercado).
En fin, a ver qué sale de todo esto (sobre todo para México y la administración de Peña que tiene ahorita mucho que perder).