El chileno Pablo Larraín, director de las excepcionales No, Tony Manero y Post Mortem se encuentra en negociaciones para dirigir un nuevo remake de Scarface.
El nuevo filme de Universal plantea revolucionar, una vez más, la inmortal historia sobre el sueño americano, inmigración y gangsters… muchos, muchos gangsters.
Dos titánicas versiones precederán a la de Larraín: la de 1932, dirigida por Howard Hawks y protagonizada por Paul Muni, interpretando a Tony Camonte, un inmigrante italiano que escala hasta convertirse en el jefe del hampa en Chicago; y la icónica de Brian De Palma, con Al Pacino en el inmortal rol de Tony Montana, el inmigrante cubano que se convierte en el líder indiscutible del crimen en Miami.
El guión correrá a cargo de Paul Attanasio, quien adaptó la brillante Quiz Show al cine, conocido también por su trabajo en The Sum of All Fears y por ser uno de los creadores de la famosa serie House M.D. Este no será el primer trabajo de Attanasio en género de gangsters. Ya antes escribió la aclamada Donnie Brasco, protagonizada por el propio Al Pacino.
Para el nuevo Scarface, Larraín y Attanasio tienen planeada una historia en el actual Los Ángeles, con un mexicano bilingüe también llamado Tony y de apellido aún desconocido. Acorde a los giros de estilo propios de la época, el nuevo Tony tendrá un tratamiento más psicológico, y los orígenes emocionales de sus crueles actos serán explorados con mayor detalle.
Antes que Larraín, David Yates, director de algunas entregas de Harry Potter fue considerado para el banquillo del director. No obstante, su proyecto Tarzan le impidió aceptarlo. Larraín parece, sin embargo, un candidato más sólido e interesante para contar la historia de manera innovadora gracias a su estilo crudo y vertiginoso.
