Por Roco Casillas
En algún momento de la historia por genialidad, torpeza o pura suerte (la verdad es lo que menos importa) alguien juntó dos elementos impensables, probablemente contrarios o sólo totalmente ajenos, y como por alquimia generó un tercero, que provocó enojo, maravilla y/o sorpresa en sus contemporáneos. Así es como de la genialidad improvisada llegamos a los nachos, el trompo de pastor y la pizza hawaiiana (no me consta este último dato, pero su infamia sólo puede surgir del accidente o la perversión).
Como indican los iniciados en el hermetismo, que claman que lo que es arriba es abajo, y lo que es abajo es arriba, este fenómeno se ha repetido en las expresiones humanas a lo largo de su historia en diferentes planos (de ello queda fe en las quimeras, los alebrijes y demás animales fantásticos, por poner unos ejemplos). Más recientemente, en los últimos años del siglo pasado y el albor del presente, cuando ser “original” de la forma tradicional parece cada vez más complicado, es que volvió a surgir el fenómeno de la quimera, que conocemos actualmente como mashup (que a su vez es sólo una de las tantas expresiones del Remix).
Para fines de esta entrada definiré al mashup como la combinación exitosa de dos o más obras para generar una tercera en la que pueden identificarse con facilidad las fuentes de las distintas partes que la formaron.
[KHÈ?]
Volvamos a los nachos para aclarar el término.
Cuando observamos a la progenie del Señor Ignacio podemos notar la mezcla de distintos ingredientes de tal manera en que pueden ser reconocidos por separado, a pesar de formar un conjunto “nuevo”: frijoles refritos, chilliconcarnay, jalapeños, queso, etc.
Asimismo, el mashup permite que en la nueva obra generada podamos encontrar los pedazos de sus componentes con claridad:
Charlie Brownttana de Dozergirl (resultado de la fusión de dos héroes de la cultura popular Charlie Brown y Charlie Monttana)
En esta ilustración podemos encontrar la fusión de los criterios de diseño de los personajes de Don Schulz con la vestimenta típica de nuestro querido Vaquero Rocanrolero, cuyo único punto de unión es que son tocayos.
Principalmente el mashup se ha desarrollado en video o música, pero este juego creativo se ha extendido en distintos medios como la literatura con Orgullo y prejuicio y zombies, o incluso brincando entre ellos como cuando hicieron que cada que algún personaje de Star Wars muriera sonara el bajito de Seinfeld (mezcla de video y música).
Además de la mezcla de dos obras previas, considero que hay un factor que tomar en cuenta para medir la calidad de un mashup y es básicamente que tiene que calar, es decir, que la combinación sea tan inaudita que te genere incomodidad, pero que la ejecución sea tan buena que puedas superar que haya muerto un poquito de tu alma y aprecies el “nuevo” producto como la chulada que es. Entre más transgresor, más fino el mashup.
Recuerdo que esta revelación llegó a mí un día que caminando en la calle encontré una estampa de Finn de Hora de Aventura pero, que en vez de su usual mochila verde, ahora portaba una mítica/infame del Partido Verde Ecologista. Por falta de pericia no se me ocurrió sacarle foto y ahora sólo vive en mi memoria.
Auch. Directo en la chavo-ruquez.
Naturalmente el juego del mashup, y en general de cualquier tipo de remix, es un dolor de cabeza para los abogados en derechos de autor (similar sólo a la pesadilla de las aseguradoras cuando se soltó un T-Rex en el incidente de San Diego del 97 [CONTENIDO GRÁFICO]) y podría decirse que más bien se la juegan por la libre; sin embargo, sí existen ciertas reglas que se alinean con la forma de pensar los derechos de una obra del Copy-Left y donde se busca siempre, Siempre, SIEMPRE dar referencia a las fuentes de las obras iniciales y no generar ganancias de la obra derivada (o que, si se generan, se repartan entre los distintos autores).
Quisiera concluir esta entrada con una muestra de sendos ejemplares del mashup tanto internacionales como mexicanos.
Primero tenemos este maravilloso tema, con el cual conocí el término:
Aarón Medina y los Monkis, qué más se puede pedir en la vida.
Ahora uno donde agrega la versión en japonés de “No tengo dinero” del inmortal Juanga Sama al final de Dragon Ball GT. Urge juntar las esferas para revivir al Divo de Juárez.
También tenemos el dueto entre K.K. Slider, el músico más perrón del Animal Crossing [badum tss], con Ice Cube.
Y en la escena local el trío entre A-HA, Miguel Bosé y The Cure por The Dragulas.
Y así podemos seguir sobre nuestra barca de procrastinación hasta perdernos en el horizonte del internet.
Entiendo que este tipo de mezclas puede generar incomodidad, terror y ansiedad. Si no les gusta mi sopidefinición y quieren ponerse hardcore pueden checar dos entradas bien recomendables aquí y aquí, o si no mandarme su propia definición a rocoensopitas@gmail.com.
A ese mail pueden escribirme si quieren mandarme sus propios mashups u opiniones sobre éste y otros textos que vaya publicando. Si me llegan suficientes trabajos, sin importar el medio, me encantaría escribir una entrada extra para compartirlos y comentarlos. El internet somos todos.
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Roco Casillas estudió literatura inglesa en la UNAM. Es músico y estudia una maestría en gestión cultural.
Twitter: @rocorcholata