Después de que el pasado 25 de octubre el Partido Revolucionario Institucional expulsara de manera oficial al —prófugo— gobernador con licencia de Veracruz, Javier Duarte, ahora analiza repetir la misma dosis con el exgobernador de Michoacán, Fausto Vallejo, a quien se le señala por supuestos actos de corrupción durante su administración.
Así lo ha dicho el presidente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, quien en una visita a esa entidad indicó que la Comisión Nacional de Justicia Partidaria determinará la probable expulsión del político que venció a Luisa María Calderón en el proceso electoral de 2011. En la mira también se encuentran los exgobernadores de Quintana Roo, Roberto Borge, y de Chihuahua, César Duarte. O como el presidente Enrique Peña Nieto los llamó: los rostros del “nuevo PRI”.
Ochoa Reza señaló que “todos en el PRI” están interesados en tener un partido que “sea garante de la transparencia y rendición de cuentas sobre los gobiernos emanados” de sus filas. Duda razonable: ¿entonces por qué no realizaron estos procedimientos cuando sus políticos estaban al frente de estas entidades y realizaron todas sus fechorías?
El buen Clavillazo Enrique, señalado por una investigación periodística de haber recibido una millonaria indemnización que no le correspondía al renunciar a su cargo en la Comisión Federal de Electricidad, también propuso construir un nuevo Sistema Nacional Anticorrupción a la altura de lo que piden los ciudadanos, señala El Universal. Sorprendentemente no le sangró la lengua.
Anoche en el noticiario de la comunicadora Denise Maerker, Fausto Vallejo dijo que no se va a “andar escondiendo” y que la campaña en su contra ha sido orquestada por el senador José Ascensión Orihuela, “un senador que perdió la gobernatura”. El exgobernador de Michoacán afirmó que no tiene nada que ocultar y que —a lo mejor— hasta lo vuelven a hacer gobernador.