La gordura ha sido un tema discutido arduamente a lo largo de la historia. El filósofo griego Hipócrates, conocido popularmente como el Padre de la medicina, decía que la obesidad hacía que los hombres perdieran sus deseos sexuales y sufrieran de muerte súbita. Durante La Edad Media, las personas de “hueso ancho”, como solemos decir eufemísticamente, eran consideradas las más hermosas. La gente más poderosa en el Medioevo era la única capaz de comer hasta saciar sus glotonerías y comer por placer. De ahí que se vinculó el hecho de ser gordo al de ser poderoso.
Las cosas cambiaron durante el Renacimiento: ser obeso, entonces, se relacionaba con ser torpe. Las figuras que antes se vinculaban con poder y abundancia, ahora se veían como retratos de la decadencia, el vicio y la falta de actividad.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay 166 millones de niños y jóvenes con obesidad: 42 millones son menores de 5 años y 124 millones tienen una edad entre 5 y 19 años. México tiene la tasa más alta de obesidad en adultos de América Latina —adelante de países como Argentina, Chile y Dominica—y ocupa la sexta posición en los índices de obesidad infantil y de adolescentes. El informe apunta que 28.9% de los adultos mexicanos son obesos, por 14. 8% de la población entre cinco y 19 años.
Según cifras de la organización, en cuarenta años, la obesidad en México dejó de ser una cuestión que aquejaba a algunos niños para convertirse en un serio problema de salud pública que afecta a una gran parte de la sociedad.
Un estudio realizado en 2012 por el Instituto de Políticas de Agricultura y Comercio relacionó el repunte en la obesidad y sobrepeso durante los últimos veinticinco años en nuestro país con la aplicación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). La adopción del American Way of life, de la cultura estadounidense y sus costumbres, han favorecido el aumento de peso y el desarrollo de enfermedades como la diabetes, señalan los especialistas. “Mientras la naturaleza de la agricultura mexicana cambió dramáticamente, también lo hicieron los patrones de consumo. Las dietas mexicanas cambiaron de comida básica tradicional a otra muy alta en energía, procesada y de origen animal que tiende a ser más alta en grasas y azúcares añadidos”, indica una investigación publicada en la Revista de Salud Ocupacional y Ambiental.
La OMS ha recomendado restringir la publicidad de los alimentos chatarra, especialmente los que van dirigidos a niños, pues son muy influenciables, además de gravar con más impuestos los productos sin valor nutritivo, altos grasas y azúcar. El organismo sugirió imponer un impuesto de 20% a las bebidas azucaradas e incentivar un cambio de dieta hacia verduras, frutas y alimentos frescos, hacia la dieta original de la sociedad mexicana. “Hemos visto en países como México que han pasado de una nutrición de comida tradicional, generalmente sana, a una comida procesada industrial y alimentos ricos en harinas, grasas y azúcares”, señaló Juana Willumsen, oficial técnico del Departamento de Enfermedades No Transmisibles de la OMS, al periódico Reforma.