Tal como ocurrió hace algunos meses, nuevamente el transporte en China fue testigo de un cruel atentado.
La tarde de ayer, una estación de tren ubicada en la región del oeste de China fue el escenario de un ataque con bombas y armas blancas, esto momentos después de que el presidente Xi Jinping realizara una visita por la zona.
Ante los hechos, el líder chino declaró que se tomarán acciones decisivas contra los terroristas que atentaron contra los usuarios de la estación Urumqi: “La batalla para combatir la violencia y el terrorismo no se va a detener ni un momento, y se tomarán acciones decisivas para detener con eficacia a los terroristas”.
En marzo, una docena de terroristas atacaron la estación de Kunming: el resultado fue de 34 personas asesinadas a machetazos. El gobierno atribuye estos ataques a milicias islamistas, así como a grupos separatistas. El ataque fue parecido al de hace unos meses: “multitudes armadas con cuchillos cortaron a la gente”.
Grupos de derechos humanos señalan que el verdadero origen de estos hechos son las duras políticas que limitan la práctica del islam y costumbres relacionadas con el pueblo musulmán uigur, el cual considera que la región de Xinjiang es su hogar.
El portavoz del Congreso Mundial Uigur, Dilxat Raxit, se mostró preocupado por las represiones que esta población pueda tener por parte de autoridades chinas: “Es extremadamente preocupante. Sin importar qué ocurra, China reprime a los uigures antes que cualquier otra cosa, lo que lleva a que muchos uigures inocentes sean encerrados”.
En lo que va del año, la problemática que se vive en la región de Xinjiang ha provocado alrededor de 100 muertes. Esto lleva al pueblo uigur a tomar una postura más dura, a la par que el gobierno de China.
