Lo que necesitas saber:
Obvio, existe historias exitosas; pero el fenómeno del "novio extranjero" que se viraliza en internet tiene muchas consecuencias detrás.
Aunque existen historias exitosas de este tipo que se logran en un determinado equilibrio, hay otras que se han convertido —o están en riesgo de hacerlo— en sucesos graves de violencia para mujeres latinoamericanas que tienen o aspiran a tener un novio extranjero, donde la idealización de “la pareja perfecta” por el simple hecho de ser europeo, canadiense o americano; podría tener un desenlace fatal.
Era común que el suizo echara a Irene fuera de casa. Ella esperaba del otro lado de la puerta, en soledad y confusión, a que la furia de su esposo cesara para dejarla pasar de nuevo. Hubo una ocasión en que tuvo que esperar desnuda en la calle debido a que éste la sacó de la ducha al enterarse que había acudido a nadar al lago sin su permiso y aunque al pasar unas horas le permitió la entrada, lo hizo, pero para golpearla.
Siempre le reprochaba: “eres una inútil, eres una pendeja”. También, no le permitió que ella aprendiera el idioma pues le decía que, en caso de hacerlo, la motivarían para “conocer a otra persona” y dejarlo.
Irene nunca tuvo a dónde ir —o tal vez no lo buscó— por miedo a represalias del marido, pero también por el deseo de mantener lealtad al constructo moral que tenía hacia la figura del matrimonio, pues se trataba de su esposo, había que honrar a la “institución”.
Fueron 3 años de violencia física, sexual y psicológica la que experimentó con aquel rubio que conoció en el Perú.
Era un sujeto guapo, empresario y generoso; pero que una vez instalados en Losanne, Suiza; la personalidad del agresor se develó y la posibilidad de tener “una buena vida” con él se esfumaba cada día que pasaba en la vieja Europa.
“Yo no me he muerto de hambre en Perú como me he muerto de hambre aquí en Suiza”, llegó a lamentar Irene quien recordaba a Loreto, la región peruana de donde ella originaria. Podrían pasar de dos a tres días sin que ella comiera, le contó alguna vez Irene a la única amiga, también peruana, que hizo a escondidas del novio extranjero: un ángel enviado en medio de aquel infierno europeo.
Pese a que el Estado suizo cuenta con un robusto marco legal de protección a las mujeres víctimas de violencia donde su agresor pudo haber quedado preso, éste quedó impune porque a Irene le faltó tiempo, le faltó aliento.
“Era una mujer muy guapa, pero destrozada por los golpes”, así recuerda a Irene aquella confidente quién en entrevista para Sopitas.com nos narró el desenlace de su relación con aquel novio extranjero; suizo, de origen polaco:
“Por favor ayúdame. Me estoy escapando de la casa de mi marido. Me ha golpeado toda la tarde”.
Era la media noche y la amiga le replicó que tomara el tren a Ginebra.
Al llegar al punto de encuentro, Irene estaba escondida y muy lastimada. Se desplomó en cuanto vio a su amiga. La refugió en su casa por unos días hasta que tomó la decisión de volver a Perú.
“Cuando la acompañé al aeropuerto la esperé hasta asegurarme que entrara a la sala de aduanas, sentí un alivio y me puse a llorar porque sabía que ya estaba a salvo”.
La aspiración blanca
Investigaciones periodísticas como la publicada por el Pulitzer Center titulada El Infierno Lejos de Casa o testimonios públicos sobre la violencia doméstica con algún novio extranjero como el de una usuaria de X demuestran que la historia de Irene ha sido también la vivencia de otras mujeres latinoamericanas y se presume que las trágicas historias, algunas de ellas con un feminicidio como desenlace, vuelvan a repetirse.
“No llores amiga, al final acabas en París viviendo con un europeo guapísimo”, dice una usuaria de TikTok en un video que también acompaña con la siguiente descripción: “Recuerda que tu futuro esposo está en Europa esperándote”.
Este video —como muchos otros— aparecen en redes sociales usando algunos hashtags como: #internationalcouple, #parejainternacional o #europeoylatina.
Por su parte, otra usuaria subió un video en que se lee: “no sufras por un amor, recuerda que hay un extranjero esperando por ti”, quien además describe su publicación con la leyenda: “No fuiste hecha para producto local”.
Respecto a la conversación virtual que enaltece la posibilidad de que la felicidad de una mujer radica en tener un novio extranjero, el director de Racismo MX, José Aguilar; expresó que esta dinámica responde a una percepción que romantiza el ideal de la pareja sentimental proveniente del norte global, como Estados Unidos, Canadá o Europa; y que podría ser la consecuencia de un aprendizaje de la cultura racista mexicana que busca “mejorar la raza”.
Aunque no se trata de satanizar a las relaciones sexoafectivas con personas extranjeras caucásicas pero dada la tendencia —y riesgo— que reflejan las redes sociales hacia mujeres, lo cierto es que se precisa desvanecer el mito social de que una persona por el hecho de ser blanca tiende “a ser perfecta”, misma que representa a una de las tantas manifestaciones del racismo, replicó el activista.
Y es que el promotor de educar contra la discriminación por el color de piel ejemplificó esta tesis con los hallazgos del informe Cómo me ven, me tratan: el perfilamiento racial en la migración, publicado por Racismo MX y otras agrupaciones, el cuál reveló que un tercio de los delitos ocurridos en México por violencia intrafamiliar y secuestro de menores están vinculados a ciudadanos estadunidenses.
“Se puede inferir, por otros datos o estudios demográficos y sociológicos, en donde sabemos que las personas de origen estadunidense no son latinas o afrodescendientes las que vienen a vivir a México, normalmente son las blancas”.
Para Aguilar es fundamental hablar de esta aspiración racial como parte de un contexto cultural tóxico y de impulsar en las personas la posibilidad de deconstruirse respecto a esta idea, pues como se ha visto en algunas de las historias de parejas entre mujeres latinas y hombres extranjeros existe la posibilidad de que “por buscar la blanquitud, la dignidad puede quedar trastocada”.
El Síndrome Disney, un entrenamiento perjudicial.
“Yo me acuerdo que cuando mi mamá lo vio me dijo ‘¡wow, te sacaste la lotería!’, porque ya sabes, era el típico güerito, francés, súper guapo… (pero) se robó a mi bebé, me metió a la cárcel, me ha perseguido… destruyó a mi familia”, explicó Gabriela Pablos Saucedo, víctima de violencia vicaria por parte de su expareja también europea.
“Mi agresor sabe que tiene un beneficio en México, ser hombre blanco“.
La vocera de la Unión de Madres Protectoras explicó que no sólo la aspiración a la blanquitud explica el fenómeno del abuso de novios extranjeros sobre mujeres, particularmente latinoamericanas, sino también se entiende debido a la percepción que éstos pueden tener sobre ellas: “muchos de ellos creen que se casan con una mujer latina para tenerla como una sirvienta”.
A esta expresión del neocolonialismo, explicó la feminista, se suma el machismo patriarca del cual no escapa a la cultura americana, canadiense o europea; mismo que contribuye a edificar todas las formas violencia sistémica en contra de mujeres, donde la complicidad del Pacto Patriarcal lo normaliza, sin respetar fronteras y en todas las diferentes estructuras del sistema, incluyendo fiscalías y juzgados.
“Ya déjelo, es su marido”, le llegó a decir la fiscal de género de Quintana Roo a Gabriela.
La defensora de Derechos Humanos evocó como otro factor de este lamentable contexto al Síndrome Disney, es decir, aquel ideal con el que se entrena a las niñas para a tener como objetivo de vida a un esposo guapo, un novio extranjero y muchos hijos, pero donde esta forma de romantizar al amor termina siendo un mecanismo de control del patriarcado y en el que “vivieron felices por siempre” además de no cumplirse se convierte en una sanción moral por parte de la sociedad hacia las mujeres por no preservar dicha quimera.
La suma de dos entrenamientos culturales tóxicos, como lo es el patriarcado más el aspiracionismo racial blanco nos debe invitar a “contarnos otra historia”, es decir, una que hable sobre la cultura del amor sano y que permita identificar a depredadores emocionales, a abusadores narcisistas o psicópatas —probablemente aprendizajes de la infancia con la relación de los padres—, así como dejar de romantizar los celos y sobre todo crear sólidas redes de apoyo frente a alguna amenaza.
“El príncipe azul no nos va a salvar… el príncipe azul fueron mis amigas”.