Cada vez es más difícil distinguir qué de todo lo que leemos en internet es real. Como usuarios nos encontramos inmersos en un fuego cruzado de publicidad disfrazada de periodismo (por cierto, ¿ya escucharon el nuevo disco de Napoleón? Está buenísimo), de imprecisión, falta de rigor, intereses personales y desinformación; en breve, de noticias falsas. El caso de los payasos asesinados en Ecatepec en octubre pasado, ejemplificó perfectamente el manoseo informativo que puede traer consigo la viralidad.
¿Recuerdan el caso de los antorchistas y la histeria que generaron en la Ciudad de México en septiembre de 2012? Fue como si se hubiese querido reeditar y actualizar la travesura radial de Orson Welles con “La guerra de los mundos“. Sólo que en lugar de ser atacados por seres de otros planetas, nuestros victimarios provenían de una organización adscrita al PRI (tantito peor, ¿no?).
El rumor se propagó por las redes sociales, resultando en dos días de comercios cerrados, miedo a flor de piel, calles solitarias, familias atrincheradas en sus chantes y, en algunos casos, hasta suspensión de clases. La información que nos aplicó una intravenosa de miedo rezaba sobre un grupo de integrantes de Antorcha Campesina que “venían muy violentos, saqueando, incendiando autos y golpeando personas”.
Nunca se nos dijo por cuáles rumbos andaban y quizá eso nunca nos importó. Para los chilangos el peligro virtual se había vuelto en una realidad. Los antorchistas eran omnipresentes. Tal vez se reproducían como los Gremlins, apenas al contacto con el agua, pero lo seguro es que estaban en todos lados y venían por nosotros.
La gente lloraba y corría para recoger a sus hijos. ‘¿Cómo me dice que no está pasando nada?’, ‘Es que los medios tratan de ocultar la realidad’. Este miedo es de verdad.
El debate
La difusión de noticias falsas ha generado una gran discusión a nivel mundial. Incluso el Papa Francisco llamó coprofílicos y pecadores a los medios de comunicación que difunden rumores sin fundamento y escándalos falsos. Aaaaaah, pero los consumidores de estos contenidos (aunque sea por omisión) no nos salvamos de las flamígeras profundidades del infierno: según don Bergoglio, los usuarios que leemos estos contenidos estamos, básicamente, comiendo caca.
La proliferación de estos contenidos en las redes sociales ha sido relacionada con el desenlace fatal de votaciones como el Brexit y la victoria del candidato republicano Donald Trump.
En ese sentido, la jefa de operaciones de Facebook, Sheryl Sandberg, aseguró el pasado jueves 9 de diciembre en el programa “Today”, de la cadena NBC, que las noticias falsas que pululan en la red social más popular del mundo no tuvieron injerencia en los resultados finales de las elecciones en Estados Unidos, aunque la compañía ya trabaja para confrontar los engaños que se comparten en su plataforma.
Por segundo año consecutivo, el proceso electoral estadounidense fue el tema más comentado en Facebook. Según Sandberg, la gente comparte en la plataforma lo que más le importa, así que las tendencias más comentadas representan una reflexión de esos momentos. “Sabemos que la gente no quiere ver engaños en Facebook y nosotros tampoco”, dijo la COO de FB, a la vez que afirmó que la desinformación es un problema que toman muy en serio.
Este mismo jueves, la excandidata presidencial del Partido Demócrata, Hillary Clinton, instó al Congreso a combatir las noticias falsas que se comparten en las redes sociales por ser una amenaza contra las políticas de la nación y la seguridad de sus ciudadanos. Durante su campaña, a la exsecretaría de Estado, bautizada por Donald Trump como ‘Crooked Hillary‘, se le acusó de participar en sesiones satanistas, de fomentar una potencial Tercera Guerra Mundial, de haberle vendido armas al Estado Islámico y hasta de que le olían las patas. Toda información, por supuesto, relevantísima en una casilla para votar.
En los últimos tres meses de campaña rumbo a la Casa Blanca, las noticias falsas más compartidas en Facebook generaron más engagement que los artículos principales de medios tradicionales como The New York Times, The Washington Post y NBC News, según un estudio realizado por el portal Buzzfeed News.
Durante estos meses, señala el sitio, veinte de las historias falsas con mejor desempeño en la red social generaron 8 millones 711 mil shares, reacciones y comentarios. Esto significa que las noticias falsas vencieron por un millón 344 mil reacciones a los contenidos noticiosos con mejor rendimiento de la prensa tradicional.
Cuando el hashtag termina en tiroteo
Alentado por la teoría del Pizzagate, un rumor que situaba a Hillary Clinton y a integrantes de su equipo de campaña como las mentes maestras detrás de un negocio de trata infantil, Edgar Welch, un bombero retirado, condujo de Carolina del Norte a Washington para tratar de salvar a niños que supuestamente se encontraban escondidos en unos túneles misteriosos debajo de la pizzería local Comet Ping Pong.
Welch llegó al establecimiento armado con un rifle de asalto y soltó, al menos, un disparo. De acuerdo con el testimonio del hombre de 28 años, después de no encontrar evidencia sobre los supuestos ilícitos que exponían las falsas noticias, se rindió y no opuso resistencia a su arresto. Las autoridades presentaron cuatro cargos con Welch, quien desconocía que lo que estaba leyendo eran artículos falsos.
¿Por qué nos creemos este tipo de noticias?
La mayoría de los análisis se han enfocado en las personas que se encargan de publicar estos contenidos alarmistas y desinformados, aunque los usuarios de las redes sociales también forman parte del problema. Algunos especialistas consideran que la proliferación de estas noticias falsas se debe al sesgo de confirmación o, lo que es lo mismo, a buscar información de manera selectiva que confirme nuestras creencias.
Otra opinión al respecto refiere que a los lectores de noticias en internet parece no importarles realmente las fuentes de donde viene la información que consumen.
¿Cuál es nuestro primer acercamiento con las noticias en redes sociales? Inherentemente son las que comparten nuestros amigos en Facebook y Twitter. De acuerdo con S. Shyam Sundar, la razón por la que no dudamos del origen de esos contenidos es que confiamos en esas personas y bajamos la guardia respecto a su veracidad.