¿Recuerdan a Anders Behring Breivik? Bueno, por nombre está un poco difícil, pero si les decimos que fue el responsable de la matanza de 77 personas en la tranquila isla de Utoya, Noruega, en 2011, quizás se les refresca la memoria.
En fin, el caso es que tan singular y aterrorizante sujeto vuelve a ocupar titulares de los medios, debido a que, copiando a “El Chapo”, acusó a las autoridades carcelarias de “trato inhumano”, ya que considera que el régimen de aislamiento al que lo someten es por demás manchado y viola el artículo 3 de la Convención Europea de los Derechos Humanos. Además, Breivik detectó que no se le respeta lo establecido en el artículo 8 -del mismo documento-, el cual defiende “la vida privada y familiar”.
La Corte noruega falló a favor del preso en lo relativo al artículo 3… para el octavo, le pidieron que no se la prolongue, ya que se logró detectar que exista violación alguna. Aun así, el multiasesino no podrá decir que le fue mal: “el Estado deberá pagar los costes legales del demandante, estimados en 331.000 coronas noruegas (unos 35.800 euros)”.
Con lo determinado por la Corte, Breivik dará por terminado su aislamiento y podrá volver a echar cotorreo con otros internos. Ya si los otros internos quieren relacionarse con el digno representante de la (muy) extrema derecha, es otro asunto. Al batearlo en lo relativo al artículo 8, se desestima que pueda comunicarse con el exterior… es decir, con sus fans (que sí los tiene).
¿Era realmente inhumano el trato a Breivik? Chequen el martirio vive todos los días: como preso de un penal de alta seguridad, el homicida cuenta con tres celdas con gimnasio y televisión… aunque espacio tiene, sus abogados alegaron que las condiciones de encierro y aislamiento afectan la salud de su cliente… lo cual no fue confirmado ni por médicos o psicólogos.
De 37 años, Brievik es abiertamente neo-nazi. Su régimen de aislamiento total duró aproximadamente cinco años.