Y ahora, el dato para iniciar la conversación durante el cafecito Godínez: durante años, los economistas creyeron que las personas suelen tomar decisiones financieras (o de cualquier tipo) basados en su buen razonamiento y que éste, a su vez, está cimentado en el buen acceso a la información, la cual se puede procesar sin ninguna bronca. Todo en favor del completo beneficio personal. Pero llegó Richard H. Thaler para abundar decisivamente sobre lo que ya se infería: no siempre hay comportamiento racional (o al menos éste es muy reducido) y muchas veces las decisiones económicas son tomadas por mero feelin’.
“Richard Thaler’s findings have paved the way for a new field in economics” – Per Strömberg on the impact of the 2017 Laureate’s research. pic.twitter.com/VXOC5wiSRN
— The Nobel Prize (@NobelPrize) 9 de octubre de 2017
“Thaler ha contribuido a expandir y refinar el análisis económico al considerar tres rasgos que sistemáticamente influyen en las decisiones económicas: la racionalidad limitada, la percepción de justicia, y la falta de autocontrol”. Por esto, la Real Academia Sueca de Ciencias decidió reconocer al profesor de la Universidad de Chicago con el Nobel de Economía 2017, remarcando que Thaler ha contribuido de manera decisiva en la llamada “economía conductual”.
De acuerdo con los organizadores del Nobel, Richard H. Thaler ha incorporado suposiciones psicológicamente realistas en los análisis de la toma de decisiones económicas. Para ello se adentró en el estudio de las consecuencias de la racionalidad limitada, las preferencias sociales y la falta de autocontrol, logrando demostrar que estos tres rasgos humanos afectan sistemáticamente tanto las decisiones individuales como los resultados del mercado.
#UChicago economist Richard Thaler on @NobelPrize win: ‘I’ve been at this for 40 years…It’s been a long journey, so I’m happy about that.’ pic.twitter.com/kyYencjApt
— UChicago (@UChicago) 9 de octubre de 2017
¿En qué consisten esos rasgos?
Al hablar de racionalidad limitada, Thaler señala que la gente sólo se enfoca en el impacto de cada una de sus decisiones económicas de manera individual, en lugar de considerar el efecto global. En lo referente a las “Preferencias sociales”, estableció que las preocupaciones por la equidad de los consumidores pueden impedir que las empresas suban los precios en períodos de alta demanda, pero no en tiempos de aumento de los costos. Por último, en el rasgo denominado “Falta de autocontrol”, Thaler arrojó luz sobre un cuestionamiento que todo mundo se ha hecho: ¿por qué no logro mantener planes a largo plazo? Como lo consiguió demostrar, gracias a marcos utilizados por psicólogos y neurocientíficos, “Sucumbir a la tentación a corto plazo es una razón importante por la cual nuestros planes para ahorrar para la vejez, o para tomar decisiones saludables de estilo de vida, a menudo fracasan”.
Aunado a lo anterior, Thaler abordó la simplificación financiera, el llamado “efecto propiedad” y el “concepto de lo justo”. En suma, la construcción de un puente entre los análisis económicos y psicológicos es fundamental para la creación del campo de la economía del comportamiento, el cual se está expandiendo rápidamente y tiene un profundo impacto en muchas áreas de la investigación y política económica.