Ahora que terminó el Mundial, seguramente muchos quedaron con infecciones estomacales marca diablo, pero el origen de éstas puede no ser las cantidades industriales de cerveza y fritangas empacadas, sino la forma en que se reflejaba la ansiedad provocada por los finales de infarto.
Según varios especialistas, el comerse las uñas no sólo deja las manos con un aspecto que inhibe cualquier buen momento de fap, fap matutino, sino que puede ser el origen de males de consecuencias graves: ya que las uñas albergan todo tipo de bacterias –como salmonella y escherichia coli- al mordisquearlas e incluso comerlas, las bacterias entran al intestino donde pueden causar infecciones gastrointestinales que conducen a diarreas y dolor abdominal, señala un estudio publicado por la revista TIME.
Además de lo anterior, la manera tan intensa con lo que varios le entran a la botana natural, llega a ocasionar daños que requieren cirugías y tratamientos antibióticos o antifúngicos, debido a la “hinchazón, enrojecimiento y acumulación de pus alrededor y debajo de uñas”, asegura el doctor Richard Scher, miembro de la Academia Americana de Dermatología y experto en trastorno de las uñas.
Aunque la boca es un punto que cuenta con muchas terminales nerviosas y por ello comerse las uñas ofrece una satisfacción que calma la ansiedad, siempre será buena opción meterle o acercarle otros objetos… con el tiempo nos vamos dando cuenta de eso, pero cerca del 40% de las personas que de niños tuvieron el feo hábito, en edad adulta lo conservan.
Para abandonar la comilona de uñas se requiere manejo de ansiedad, quizás terapias cognitivas y liberación de estrés: “Es muy parecido a dejar de fumar o bajar de peso, no basta solo tener fuerza de voluntad”, señala la psicóloga Isabel Puga…
Se dice fácil, pero en nuestra situación, en el que el estrés cotidiano se mezcla con las angustiosas reformas legislativas… pues habrá que tener bien lavadas las manos, porque lo único que nos queda es comernos las uñas.
