El Ministerio Público de Iguala dictaminó que la mutilación del rostro de Julio César Mondragón, estudiante de Ayotzinapa, fue provocada ‘‘por la fauna nociva que se encontraba en el lugar’’, según la necropsia de sus médicos forenses.
Según ese peritaje de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guerrero (PGJEG), la causa de su muerte “fue un edema cerebral causado por fracturas múltiples de cráneo”.
La familia de César afirma que este peritaje (entregado nueve meses después del asesinato de Mondragón) demuestra ‘‘una falta absoluta de respeto y de profesionalismo, además de que evidencia el desinterés’’ por esclarecer el homicidio.
Nadie ha sido imputado por el asesinato de César, el único detenido Luis Francisco Martínez Díaz, un policía municipal fue detenido únicamente un mes.
Sin embargo la versión de Roberto Loewe, perito reconocido en casos de tortura, señala que el cuerpo de César Mondragón, exhibe lesiones de cortes limpios a partir de los cuales se procedió al retiro de todo el tejido facial hasta el hueso; según él nada indica rastros de mordidas caninas o de otro animal.
Agrega que como los cadáveres no sangran, se infiere que la sangre a lado de Julio César demuestra que fue desollado vivo.
La fotografía que se difundió en redes sociales muestra que el cadáver ya no tenía ojos, pero de acuerdo con el peritaje del MP de Iguala:
‘‘Se observan pupilas dilatadas con presencia de mancha negra esclerotical’’.
Además, según los peritos registra:
‘‘marcas de caninos que interesa toda la cara y cara anterior del cuello que interesa piel, tejido celular subcutáneo y músculos, preservando estructuras óseas. Globo ocular izquierdo ennucleado post mortem y globo ocular derecho sin tejidos blandos circundantes’’.
El informe concluye que el rostro de la víctima fue ‘‘comido post mortem por fauna del lugar donde se encontraba’’, firma el médico forense Carlos Alatorre Robles, adscrito a la Secretaría de Salud de Guerrero.
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